Es cierto que
ha perdido los estribos y ha dejado que se le nublara la razón, pero en
realidad lo que ha sucedido es que Severo ha caído como un pardillo en la
trampa orquestada por Arsenio. Aunque evidentemente él no lo sabe, pero solo
faltaría sumar dos y dos para darse cuenta que en este caso las casualidades no
existen, y lo es que precisamente el
hombre le haya pedido fuego cuando el mechero había desaparecido de su sitio
habitual.
Aunque lo que
es claro que lo que realmente le saca de quicio, aparte de la socarronería y caradura
de Arsenio que se comporta como si tuviera algún privilegio en La Quinta,
cuando no es así ni de lejos, es lo que se antoja una traición de Carmelo que
no da le da ningún crédito y se alinea con el otro.
Sabemos que
Carmelo es un hombre justo, con la cabeza bien asentada y que muchas veces ha
sido la voz de la razón frente a Severo, que es mucho más visceral. Pero en
esta ocasión algo falla, porque ni siquiera está intentado dar crédito a su
amigo, y además en aras de su amistad le está imponiendo algo en contra de su
voluntad. Sí, hay que admitirlo, Severo es rencoroso en esto y en el caso de
Francisca, ambos personajes que, aunque con matices, suponen recuerdos
dolorosos del pasado. Recuerdos que comportaron momentos amargos y separaciones
dolorosas, por lo que, aunque la venganza y el odio pueden llegar a consumir a
una persona y no son justificables, puede llegar a entenderse que se espere un
justo resarcimiento.
Y a veces
además las cosas tienen un límite, y solo ha faltado una chispa (nunca mejor
dicho) para que el incendio se propagara. Puedo entender que, a pesar de
Carmelo, Severo haya dicho basta. Nadie querría en su casa semejante sujeto
aprovechado, que además disfruta sacándolo de quicio, con evidentes intenciones
aviesas de separarlo de Carmelo y probablemente aprovecharse de éste.
Y lo que es
peor, lo está consiguiendo.
Sin embargo achacar
toda la culpa a Carmelo quizás no sea justo. Es posible que Severo tampoco haya
estado muy lúcido en toda esta situación, pero no se entiende que con lo que
han vivido y luchado juntos ahora no sean capaces de sentarse y poner las
cartas sobre la mesa. Porque Severo también está demostrando que, a pesar de
todo, puede dar su brazo a torcer y sobretodo, que la situación le angustia y hace
sufrir. (Aunque no hay mal que por bien no venga, ya que ello también está logrando
que las visitas a Candela se sucedan a un buen ritmo).
Por cierto,
en este impasse hemos visto otra cosa de Severo con respecto a lo que supone dar
su amistad. Ha sido capaz de desistir temporalmente de su venganza contra
Francisca cuando Bosco se lo ha pedido, y ello a pesar de que se pretende dar a
entender que es algo que mueve su día a día y que le sitúa a la altura (más
bien la bajeza) de la doña, cuando no es así ni de lejos. Está demostrando que
esto no es cierto y que tiene conciencia.
Algo que ya sabíamos,
porque su vida ahora es algo más que Francisca, y seguramente Candela y Sol
tienen mucho que decir en ello.
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