Evidentemente este comentario parte del prisma de la sociedad en los
años veinte y ahora las cosas han cambiado (aunque quizás no tanto como cabría
esperar). Pero lo que no ha cambiado es el hecho obvio de que una persona
adinerada siempre tendrá más posibilidades de moverse en círculos influyentes
que alguien con pocos recursos, y que ello ya marca una diferencia que se puede
llamar poder u otra cosa parecida. Y esto es una constatación que
desgraciadamente se percibe de manera más frecuente de la deseable. En cuanto
al respeto hay que ganárselo, aunque como he dicho anteriormente a veces se
confunde con temor, y más en unos tiempos (los años en que transcurre la acción)
en los que el pueblo llano estaba reprimido por los caciques locales, que
mantenían con mano férrea el control sobre la vida de las personas. Y si se
respetaba a los mandamases era porque no había otro remedio, ya que de éstos
dependía el sustento (en algunos casos la propia vida, si osaban rebelarse),
por lo que en realidad lo que los ataba era el temor.
Pero como casi todo en la vida, no se puede generalizar. Y de cómo
alguien con un lugar preeminente en la vida puede manejar de una manera u otra lo
que la vida le ha puesto en las manos, tenemos dos ejemplos bien diferenciados
en PV.
Es evidente que tanto Severo como Francisca son dos personas poderosas
e influyentes, debido en buena parte a su poderío económico (o al menos esta
última lo era en sus mejores tiempos). Los dos vienen de buena familia, pero
hasta aquí lo que los iguala. Porque si bien Francisca ha incrementado su
fortuna y su patrimonio (los medios empleados ya son otra cosa, algo que hemos
tenido ocasión de comprobar) ella no partió de cero pues heredó su fortuna,
mientras que Severo se ha ganado a pulso y con su esfuerzo todo lo que tiene.
Otra cosa que los separa es la ambición. Severo no ambicionaba el poder
que le ha llegado sin casi proponérselo, sino que todos sus desvelos eran para
conseguir el dinero que le permitiría buscar a su hermana. Pero el caso es que veinte
años de búsqueda, y a pesar de una ingente cantidad de dinero empleada (que por
suerte ha dado sus frutos), su fortuna no ha menguado sino que ha seguido un
ritmo creciente hasta el momento. Sin embargo ni el dinero, ni el poder,
parecen su meta, porque hemos visto la importancia relativa que le da a todo
ello, utilizándolo con generosidad. Cierto que lo da porque puede, pero sin pedir
contraprestaciones, ni buscar alivio de conciencia, ni comprar voluntades, ni siquiera
esperar agradecimiento.
Sin embargo ha conseguido algo: ganarse el respeto de sus convecinos,
precisamente por todo lo anterior. La gente no le teme, pero le ha aupado a una
situación de relevancia que le da poder sobre ellos. Se le escucha y se acepta
su mando, mientras que Francisca ha hecho el camino inverso, propiciado por el
mal uso del poder que le vino dado. Ya que, al igual que Severo, la gente no
olvida.
Por cierto, también hemos visto otra cosa. A pesar de todo, Severo no es tan desalmado en su venganza con Francisca. Ya lo hemos constatado antes, que es capaz de sentir compasión (incluso por alguien que no la merece) y tener un gesto con sus enemigos.
Por cierto, también hemos visto otra cosa. A pesar de todo, Severo no es tan desalmado en su venganza con Francisca. Ya lo hemos constatado antes, que es capaz de sentir compasión (incluso por alguien que no la merece) y tener un gesto con sus enemigos.
Por ultimo constatar que Severo si tiene amigos y que la gente le
aprecia, pero no por interés, sino sinceramente. Y que él devuelve esto con
creces, porque cuando da su amistad lo hace con todas las consecuencias. Alguien
decía en un comentario que quizás también era porque de alguna manera suplían a
la familia que había perdido, aunque ahora haya recuperado a su hermana y tenga
cerca a Carmelo que casi tiene esta misma categoría (o tenía hasta que llegó
Arsenio y lo está estropeando), y es
posible que ello sea cierto. Severo ha encontrado en PV el calor del hogar del
que durante años ha estado faltado. Ahora solo falta que se decida a echar raíces
y buscar su propia felicidad.
Con Candela, por supuesto.
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