5 de agosto de 2015

Medidas desesperadas

Desgraciadamente siempre ha habido y habrá desalmad@s que se aprovechan de la desesperación ajena. Estafas, manipulaciones, chantaje emocional, engaños y lavados de cerebro saltan periódicamente a las noticias, y no necesariamente teniendo como víctimas a personas con pocas luces, sino que más bien puede alcanzar a casi todo el mundo.
También existen los iluminad@s que pretenden salvar al mundo, que consiguen mediante la credulidad de las personas arrastrarlas a su terreno, para después en la mayoría de las ocasiones sacar beneficio económico de ello.
En este último caso parece encuadrarse el supuesto doctor Iglesias, un charlatán de tres al cuarto, pero que parece ha conseguido adquirir notoriedad por sus métodos poco ortodoxos. Evidentemente los resultados conseguidos con éstos no pueden ser más que producto del engaño, porque las curaciones milagrosas no existen ni en Lourdes, e Inés necesita una para salir de su situación. Si la medicina ya la ha desahuciado, poco puede hacer nadie.
Y levantar expectativas en este caso es incluso cruel, aunque evidentemente poco le importa a quien pretende sacar provecho de ello (y paso rauda por el tema de  los que escriben los guiones. Sin más comentarios….)
Pero ¿se puede tachar a Bosco de ingenuo y bobo por dejarse engatusar y además arrastrar con él a Inés, a pesar de las reticencias de ésta? Es fácil juzgar desde fuera, y creo que nadie puede afirmar rotundamente que no irá nunca a caer en tal engaño. El dolor y la ofuscación a veces pueden hacer cometer actos irreflexivos y desesperados y, en este caso, además tampoco tienen mucho que perder. Por supuesto no intento justificar de ninguna manera estas prácticas que me parecen una aberración, además de perseguibles por la justicia, pero intento comprender la decisión de Bosco de buscar cualquier solución que permita salvar la vida de su esposa.
Aunque mucho me temo que algo como lo que se plantea, va a suponer no la salvación sino acelerar el fin. Dejar la medicación prescrita y someterse a prácticas que entran más en el terreno de la superchería, no puede suponer nada bueno.  

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