23 de agosto de 2015

Justicia y venganza

De verdad que no acabo de comprender las expresiones del tipo: “Severo se está pasando” o “después vendrá lo mejor, que es la venganza”
Ante todo tengo que dejar claro que la venganza, sea del tipo que sea y venga de donde venga, no me parece una buena cosa. Pero tampoco voy a ser tan hipócrita como para negar que probablemente en más de una ocasión me ha asaltado este deseo. Por supuesto, sin que tome ni de lejos la forma de lo que parece la tónica en la serie.
Pero yendo al asunto que hoy me ocupa, me he propuesto realizar un ejercicio de poner algunas cosas en lo que creo su contexto lógico. Aunque sabiendo que la lógica no siempre sirve en esta serie, y que muchas veces es sustituida por licencias clamorosas.
A lo que iba.
De la primera afirmación hay que decir que cuando menos me parece sorprendente que se piense así, cuando en realidad Severo ni siquiera se ha molestado en despeinarse para llevar a cabo sus propósitos, y además lo hecho sin utilizar métodos cruentos (si, como los que emplea la doña, que por ejemplo, no hace mucho intentó acabar con su vida y la de Carmelo ordenando sabotear el coche de éstos para provocar un accidente). Porque en realidad diciéndolo se está cuestionando la acción de la justicia, que es quien ha puesto a la doña en tal aprieto. Severo solo ha tenido que hacer llegar la información al sitio adecuado, sentarse y esperar que la ley hiciera su trabajo, por lo que las armas utilizadas no pueden ser discutidas. Y es cierto que la justicia no es infalible, porque quien la administra son personas y como tal pueden equivocarse, pero nunca se llegaría hasta el extremo de dictar una resolución, ni mucho menos ejecutarla, sin que haya existido antes todo un proceso de investigación y se haya probado la existencia del delito. O como en este caso, la intención de delinquir.
Así que quien ha llegado lejos ha sido la justicia, no Severo.
Y de ahí la afirmación de éste de que una vez puesto en marcha no podría pararse. La acción de la justicia no admitiría esto, porque además en un caso como el de Francisca se trata de un delito tributario y es contra el estado.
Otra cosa es que, aun disponiendo de esta información, Severo hubiera optado por callarse y no usarla. (Por cierto ¿alguien duda cual habría sido la decisión de Francisca si el tema hubiera sido a la inversa?). Entonces es posible que nunca hubiera salido a la luz este tema, como tantos otros que han quedado en el camino sembrado de cadáveres y otros delitos de la doña, porque desgraciadamente el poder ha sido siempre para ella sinónimo de impunidad.
O quizás solo era cuestión de tiempo que se supiera.
Lo que si queda claro es que ahora Francisca ha quedado tocada y estigmatizada. ¿Quién querrá acercarse a alguien que ha intentado traicionar a la patria? Como también queda en evidencia que la situación a la que está abocada no es más que una mínima correspondencia por todo lo que ha hecho, cuando otros por mucho menos han acabado sus días en manos del verdugo.
El otro tema es el de la venganza que, si alguna vez recupera una mínima parte de su fortuna y poder, puede ejercer sobre Severo. Admito que solo de pensarlo se me revuelve algo, y no solo porque sea éste el posible destinatario, sino porque no deseo volver a verla haciendo lo único que sabe hacer. Y no me apetece porque sabemos los métodos que suele emplear: los mismos que Atila, que por donde pasaba lo dejaba todo arrasado.
Y sobretodo no me apetece porque pienso que si consuma su venganza, esto va a ser una espiral sin fin. Por descontado no me parece justificable que se utilice la venganza para satisfacer supuestos agravios, pero si la doña vuelve a las andadas es evidente que Severo no se va a quedar de brazos cruzados, y nadie podría reprochárselo. A menos que, por supuesto, se haga lo mismo con Francisca.
Y me temo que si llega a suceder lo anteriormente expuesto, esto no vaya a terminar hasta que caiga uno de los dos. Que tod@s sabemos quién puede ser, dado el talante expeditivo de una de las partes.
¿Es esto lo que se desea?

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