Venganza. Es un sentimiento que nace del rencor y persigue
la reparación de un daño infringido, aunque para ello se tengan que utilizar métodos
igual de injuriosos que los provocados.
Los diferentes personajes de PV muestran diferentes formas de ejercerla, aunque todos tienen el mismo objetivo : Fernando.
De entrada, éste ya ha conseguido
suscitar una unanimidad insólita, que incluye a los que están en el lado de los que
se considera buenos, que han aceptado sin remilgos que supuestamente
se haya hecho justicia al margen de la legalidad. Porque casi nadie parece cuestionar que , en este caso , la doña se haya erigido en juez, jurado y verdugo.
Sólo Martín, cuyas ansias de
venganza no difieren de las de la mayoría y que además no se recata en admitirlo
en voz alta, ha mostrado algo de cordura. Y quiero creer que en ello influye su
naturaleza, aunque haya que añadir también un natural rebelde que le lleva a rechazar el hecho de que alguien , solo por el hecho de disponer de poder y dinero, pueda decidir sobre la vida de sus semejantes e impartir (su) justicia a su libre albedrío. No hay que olvidar también, aunque ello parece no
importar excesivamente a nadie, que mostrando beneplácito a esta situación todos se convierten en cómplices de un asesinato, cometido además con total impunidad.
Martín lo ha plasmado con total
claridad. Es de hipócritas criticar cuando los desmanes afectan directamente a
uno mismo, y en cambio aceptarlos, e incluso aplaudirlos, cuando se avienen a los propios deseos .
Pero lo más importante que
extraigo de su actitud es que, a pesar de haber padecido en sus propias carnes
la injusticia e incluso haber estado a punto de perecer por ello, de haber sido
víctima de un desalmado que ha intentado en múltiples ocasiones acabar con su vida, aún
tiene la suficiente entereza como para creer y esperar que la justicia haga su
trabajo.
Porque lo que es evidente es que Fernando
ha de pagar por sus desmanes, pero para Martín el castigo lo tienen que impartir
los que están legitimados para hacerlo.
En este punto tengo que decir
algo.
Todos, sin excepción, parecen
tener claro que este castigo ha de ser la muerte. No estoy de acuerdo,
básicamente porque aun contando con el respaldo de la ley, creo firmemente que nadie debería estar
legitimado para arrebatar la vida a otro ser humano. Entiendo que una persona
puede albergar deseos de este tipo, especialmente cuando ha sufrido una
situación límite que le lleva a tener este tipo de sentimientos extremos, pero
matar a un asesino convierte a quien lo lleva a cabo, o a quien así lo dispone, también en lo mismo.
Aunque hay otras venganzas y otra manera de entenderlas
La de Alfonso, el padre cegado
por el dolor de no haber sabido proteger a su hija y no haber sido capaz de ver
lo que pasaba. De no haber podido evitar que pasara por el trance de verse
sometida a un maltratador y que además éste la humillara públicamente.
Y entiendo su rabia y sus deseos
de encararse con él. Pero actuando cegado por la ira y los deseos de vengar la
afrenta, lo único que podría haber conseguido, de lograr llevar a cabo sus
propósitos, habría sido un sufrimiento aún mayor. La impunidad de la que goza
la doña no es extensible a los demás y lo más seguro es que Alfonso habría pagado con una condena a perpetuidad o quizás con su vida.
Otra venganza de la que ya he hablado antes, aunque no de su mano ejecutora.
La de la doña que, antes de
llevar a cabo la culminación de la misma, se ha regodeado en procurar la
humillación más profunda para Fernando, haciendo que se arrastrara por el
fango, aunque dejándolo creer que así podría librarse de algo más definitivo. Pero solo se trataba de esto, un subterfugio.
Porque la doña atiende a la máxima de que quien la hace, la paga, especialmente
si ello la afecta directamente. No le ha temblado el pulso, ni ha mostrado el más
mínimo atisbo de compasión, al ordenar la ejecución de un Fernando rastrero y lloroso, que en un
último intento se ha lanzado a sus pies suplicando el perdón.
Que no ha llegado.
Que no ha llegado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario