Conrado se mueve entre el querer y lo que él considera su
deber.
Entre el corazón y la razón.
Pero no creo que sean necesariamente dos conceptos
antagónicos, si bien pienso que también hay un tercero que puede influir: la
confianza. Aunque no me refiero a la que le puede dar un amigo o alguien con
quien compartir lo que le acongoja, sino que se trata de ir directamente al motivo de su desazón. Porque encerrándose en un caparazón no va a conseguir aliviar lo que le atormenta, que no son más que unos sentimientos que no puede controlar.
Y creo que Conrado subestima a Aurora y de paso se subestima a
él mismo, ya que si teme que algo de su pasado pueda hacerle daño a ésta, también quiere
decir que es muy consciente de ello y por lo tanto puede hacer todo lo posible
para evitarlo.
Pero el camino que ha emprendido es el de la huida, sin pararse a valorar que no todo es blanco o negro.
Pero el camino que ha emprendido es el de la huida, sin pararse a valorar que no todo es blanco o negro.
Porque por muy grave que sea lo que le aconteció y que ha
marcado su existencia, siempre existe la posibilidad de una segunda oportunidad
para enmendarlo. Y en ello interviene la
confianza.
Confianza en sí mismo y en la posibilidad de que no todo está
acabado para él, que no tiene porque renunciar a una vida distinta de la que se
ha autoimpuesto. Que el amor que tan categóricamente rechaza por miedo, e
incluso diría cobardía, puede ser también el principio del fin de todo ello.
Dicen que el amor mueve montañas y, estoy segura que Aurora, de darle la oportunidad, sabrá estar a la altura y ayudarle a curar sus heridas.
Pero ha de tener confianza en ella y en los sentimientos que los unen
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