28 de enero de 2014

La confianza

Conrado se mueve entre el querer y lo que él considera su deber. 
Entre el corazón y la razón.

Pero no creo que sean necesariamente dos conceptos antagónicos, si bien pienso que también hay un tercero que puede influir: la confianza. Aunque no me refiero a la que le puede dar un amigo o alguien con quien compartir lo que le acongoja, sino que se trata de ir directamente al motivo de su desazón. Porque encerrándose en un caparazón no va a conseguir aliviar lo que le atormenta, que no son más que unos sentimientos que no puede controlar. 
Y creo que Conrado subestima a Aurora y de paso se subestima a él mismo, ya que si teme que algo de su pasado pueda hacerle daño a ésta, también quiere decir que es muy consciente de ello y por lo tanto puede hacer todo lo posible para evitarlo. 
Pero el camino que ha emprendido es el de la huida, sin pararse a valorar que no todo es blanco o negro. 
Porque por muy grave que sea lo que le aconteció y que ha marcado su existencia, siempre existe la posibilidad de una segunda oportunidad para enmendarlo.  Y en ello interviene la confianza.
Confianza en sí mismo y en la posibilidad de que no todo está acabado para él, que no tiene porque renunciar a una vida distinta de la que se ha autoimpuesto. Que el amor que tan categóricamente rechaza por miedo, e incluso diría cobardía, puede ser también el principio del fin de todo ello.
Dicen que el amor mueve montañas y, estoy segura que Aurora, de darle la oportunidad, sabrá estar a la altura y ayudarle a curar sus heridas. 
Pero ha de tener confianza en ella y en los sentimientos que los unen 


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