Salvo honrosas excepciones como D. Anselmo, y en su momento Martín, la religión católica (o quizás sea más justo decir sus representantes) no es que estén quedando en muy buen lugar en esta serie. Y ejemplo de ello son la loca de Calvario, el responsable del monasterio donde ésta ingresó a Martín después de raptarlo, D. Celso, y ahora Sor Encarnación, que además de un hábito religioso tienen otra cosa en común: la influencia que de una manera u otra ha ejercido el dinero en sus decisiones.
Es cierto que el último caso es distinto a los demás y que el dinero que la religiosa ha aceptado no es para su disfrute personal sino con la finalidad de ayudar a su comunidad, pero también lo es que tampoco ha demostrado tener demasiados escrúpulos para aceptar lo que a todas luces es un soborno. Ha bastado un cheque y la promesa de más donativos para que todos los supuestos pecados de María hayan sido convenientemente aparcados.
Hasta este momento incluso podía entender a la monja. Supongo que una superiora de una congregación debe gozar de una cierta discrecionalidad para regir su comunidad (siempre claro siguiendo las normas de la orden a la que pertenece) y que por ello puede ser tan estricta como crea conveniente. Y que la obliguen a acoger en su comunidad a alguien que ingresa contra su voluntad y que no tiene como meta una vida religiosa, entiendo que no sea muy de su agrado, más cuando se trata de una persona condenada por lo que la iglesia consideraba un grave pecado. Claro que la idea de cómo debe tratar a su “prisionera” en principio quizás era excesivamente rigurosa, ya que lo pretendía aplicarle era casi un castigo a trabajos forzados y sin tener en cuenta su embarazo, con lo que además lo de la caridad cristiana queda totalmente en entredicho.
Francisca ha conseguido con su dinero que todo esto cambie, aunque hay otro tema en el que se ha demostrado que la religiosa también puede mirar a otro lado cuando conviene. Porque la doña ha dejado claro que la que le mueve no es el bienestar de la chica sino el niño que María está gestando. Después del nacimiento del bebé las cosas ya toman otro cariz, algo de lo que las dos han evitado entrar en detalle.
Por cierto que Aurora, sin ser consciente de ello, ha contribuido a allanar el terreno para tapar convenientemente el súbito cambio de decisión de la religiosa. Y María ha pasado de la posibilidad de tener que enfrentarse a unos años llenos de penalidades, a pasarse el día mano sobre mano, encerrada en su celda y muerta de aburrimiento. Ni tanto ni tan poco. Porque tampoco se trata de que tengan que ponerla en una urna de cristal para que no le suceda nada. Desde tiempos inmemoriales las mujeres embarazadas han seguido con su vida, algunas faenando de sol a sol en su casa y fuera de ella. Y aun así han traído al mundo a niños sanos y hermosos.
Y ya que hablo del embarazo.
Cada vez parece más claro que todos piensan que el bebé es hijo de Martín. Desde éste mismo hasta la doña. De hecho Francisca se lo ha dejado claro a Fernando. Sigue tolerando su presencia solo porque siendo el esposo de María es el padre legal del niño. No parece que considere para nada la posibilidad de que además la criatura lleve la sangre de los Mesia.
Y con respecto a Fernando. Además de tener un papel que considero totalmente prescindible, es difícil comprender porque sigue todavía en La Casona, salvo por el hecho de que quizás la doña lo quiera cerca para asegurarse el tema del niño. Porque otra cosa no será, ya que Francisca no ha dudado en hacerle saber que comparte con los demás el desprecio por sienten por él. Por alguien que a pesar de todo el daño que le ha infringido a su esposa, aún tiene la desfachatez de mostrarse ofendido por una supuesta humillación y encima pedir una reparación.
Por una vez, y no creo que siente precedente, Alfonso va un paso por delante de los demás. Es curioso que, sin ser cotilla, se haya enterado de algo que tendría que haber quedado oculto. Aunque teniendo en cuenta como las gastan los guionistas, lo más probable es que finalmente la información sobre la treta de Conrado pase a engrosar la lista de cosas que han sucedido (algunas sin razón aparente) y que después han quedado olvidadas por quién podría hacer algo para enmendar la situación. El ejemplo más paradigmático es la cincha cortada, cuyo descubrimiento por parte de Mauricio no ha supuesto ningún avance, si acaso para sus bolsillos.
Acostumbrad@s a que los personajes tengan impedimentos para llevar adelante su relación, no tendría que sorprender que Aurora y Conrado pasen por lo mismo. Pero creo que esta vez han optado por la apisonadora, ya que esta relación ni siquiera se podía calificar de incipiente y ya se la han cargado. Y ahora, con un tercero en discordia, esto aún va a ser peor, porque ya se adivinan además los celos de Conrado, lo que le convierte en casi como el perro del hortelano que no come, ni deja comer.
Una trama que sí parece avanzar es la de Carlota/Mariana. Finalmente coge algo más de protagonismo, aunque en contrapartida pueda suponer finalmente su desaparición parcial o total de escena. Pero creo que a este personaje ya le toca tener una trama propia y no ser simplemente la sombra de María. Sin la excusa de velar por ésta y con la perspectiva de que su sobrina no vuelva en años, es el momento en que Mariana se plantee seriamente su futuro y lo que desea para sí misma. Y en Nicolás aparentemente ha encontrado a la persona perfecta para compartirlo. Es cierto que es lo suficiente decidida para valerse por sí misma, pero si además tiene la posibilidad de ser feliz mejor que mejor. Y aunque la vida de Nicolás no sea lo estable que se pudiera desear y que por su profesión tenga que moverse mucho, creo que ello no tendría que detener a Mariana para seguirle, aunque puedo entender que la chica sienta al mismo tiempo miedo. La vida le ha dado muchos sinsabores y es cierto que no ha tenido mucha suerte con los hombres, pero esto puede cambiar con el fotógrafo. Porque creo firmemente que éste no tiene doblez y que es realmente como se presenta, sin secretos, ni más pretensión que la que muestra: pasar el resto de su vida junto a ella.
De hecho pienso que esta relación es de lo mejor que estamos viendo ahora mismo. Me encantan estos dos personajes que destilan cariño, ternura y que, en mi opinión, además desprenden una gran química, que los convierte en una pareja encantadora.
Ya voy acabando.
Es bastante sorprendente el cariz que está tomado la de Rita, Aníbal e Isidro. Este ultimo totalmente desaparecido y el otro mudando como un calcetín. Aunque supongo que debe ser porque Aníbal piensa que su vida se está acabando y los remordimientos no le dejan vivir. Que ya es mucho, porque indica que aún puede redimirse (o no). Veremos cómo reacciona ahora que sabe que lo suyo no es mortal (Por cierto, aún seguimos sin saber qué es lo que le pasa realmente). Y si realmente se confirma esto, cuál va a ser el futuro que le espera con Rita, de la que parece realmente enamorado. Aunque ya dicen que hay amores que matan y hasta ahora ha ido más bien por este camino.
Para terminar me gustaría comentar algo que me ha sucedido estos días de mini-vacaciones en los que el tiempo libre me ha permitido navegar a placer por internet.
No digo nada nuevo al afirmar que las redes sociales pueden ser un escaparate, más cuando algunos hacen uso habitual de las mismas, entre los que se encuentran algunos actores de PV. Ello permite conocer otros facetas de los mismos, y a través de sus posts saber algo más de sus aficiones y su manera de pensar. Pero lo que me ha llamado la atención es que algunos sean actores cuyos personajes andan o han andado por el lado oscuro de la serie, y que en la vida real no pueden estar más alejados de lo que interpretan. Aunque, por descontado, entiendo que esto no es nada excepcional, ya que tengo clara la diferencia entre lo que representan en la serie y lo que es la vida real.
Uno de los más visibles es Iago García, cuya actividad en la red lo muestra como una persona comprometida, igual que Ramon Ibarra, Enric Benavent, Mario Zorrilla, Blanca Parés o Àlex Gadea. Pero a lo que quería llegar es a dos actores con un papel menos destacado en la serie, pero que también han sido un descubrimiento. Me refiero a Alain Hernández (en la ficción Ricardo, el ex de Candela) y Jorge Pobes (Aníbal), que además de dos grandes profesionales, se adivinan también grandes personas.
De Alain/Ricardo puedo decir que a través de lo que cuelga en su perfil se visualiza alguien extrovertido, sensible, cariñoso, amante de los animales y con un gran sentido del humor. Y por lo que se refiere a Jorge /Aníbal, he oído una entrevista en la que explica que trabaja ahora mismo en el teatro con y para los niños (además de hacer otras cosas).
Lo admito. Ya sé que es una tontería porque es mezclar las cosas, pero ello hace que ahora mire a sus personajes con otros ojos.
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