14 de octubre de 2015

Un juego peligroso

Me cuesta creer el cambio tan brusco de actitud de Severo y de que se haya convertido en alguien tan frívolo e insensible.
Después me digo que esto es evidente que tiene una finalidad, porque de otra manera sería un destrozo para un personaje que han cuidado hasta ahora. Sin embargo este propósito, que no puede ser otro que dar celos a Candela para que luche por el amor, me parece que no está muy calculado en cuanto a las consecuencias. Admito que, de darse en mi caso y aunque quizás podría perdonarle algún día, de entrada me iba a cabrear, y mucho, que jugasen con mis sentimientos.
Y creo que esto es lo que se puede esperar de Candela. No es una mujer dócil, que se deje avasallar ni permitir que la utilicen, así que creo que Severo está jugando con fuego.
De hecho me parece que la actitud de éste incluso se podría catalogar de un tanto machista, cosa que no cuadra en absoluto con el hombre que conocemos. Tampoco cuadra que tenga el aspecto de pretender dar una lección, cuando seguro que no se trata de esto, ni por supuesto de devolver las tornas. Pero lo peor de todo es que lo está llevando tan al límite como para dar la sensación de insensibilidad al darle en las narices a Candela con una pretendida conquista que le ha hecho olvidar en dos días todo lo que no hace mucho le dijo al lado de su cama, ni todos los meses que han compartido confidencias e incluso algún ocasional abrazo.
Porque en realidad Melisa no le llega ni a la suela del zapato a Candela, y Severo no puede estar tan ciego como para ignorarlo.
Solo espero que esta situación no dure mucho. Hacer sufrir a alguien, aunque sea por amor, no es algo que sea justificable. Y mucho menos en el caso de Candela, que ya ha padecido bastante como para que un simple error de cálculo, que no le dio tiempo a enmendar, venga a volver a poner su vida otra vez patas arriba.  

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