6 de octubre de 2015

En caída libre

No soy ni de lejos alguien que sepa de crítica de cine o televisión, ni siquiera puedo pretender sentar cátedra por lo que escribo, ya que lo que pongo en palabras es lo que siento y por lo tanto es solo la opinión personal desde la óptica de un espectador corriente, sin entrar en otras valoraciones.
En realidad creo que esto da mucha más libertad, aunque lo cierto es que he de admitir que tampoco me siento capaz de meterme en la psicología de los personajes y buscarles las vueltas del porqué de tal o cual actitud, o ponerlo en otro contexto que no sea el que se visiona en pantalla, sin ir más allá. Por supuesto antes de escribir nada intento entender a cada personaje, pero no es fácil dejar de lado la opinión personal sobre cada tema o situación.
Así que, dejando sentadas estas bases, he de reconocer que la actitud de Alfonso me supera, incluso en el momento actual consigue provocarme daño a la vista en algunos momentos (prefiero decir esto a algo peor). Si, lo sé, es irracional, pero creo que han ido demasiado lejos y tampoco lo están arreglando ahora. Supongo que cuanto más alto está alguien, más dura es la caída, y creo que esto lo que ha pasado con este personaje.    
Evidentemente la situación entre Alfonso y Emilia no es que sea ajena a la vida real, y que esto no suceda en algunas parejas, con resultados dispares en su resolución. Incluso a veces desgraciadamente ya no sólo con una ruptura, si no yendo mucho más lejos. Pero no voy a entrar en ello.
Antes de continuar he de puntualizar que mi valoración sobre el personaje de Alfonso no está fundamentado en la solidaridad femenina, porque si la culpable de la situación fuera Emilia tampoco me dolerían prendas. Pero no es el caso, o al menos así lo creo.  
De hecho considero que Emilia es la única que hace algo para salvar lo que parece abocado al fracaso: salvar su matrimonio. Dejando incluso que anide en ella la duda de si tiene parte de culpa en lo que sucede, cuando tod@s sabemos que no es así. Claro que ella no sabe toda la verdad, la que nosotr@s conocemos, y así tampoco es fácil llegar a una conclusión. Como, y a pesar de que Emilia es una mujer con ideas algo avanzadas a la mentalidad de la época, tampoco puede sustraerse totalmente primero a su naturaleza, y después a lo que se espera de una mujer en 1922, ya que esta situación no se puede mirar desde la óptica actual pues el papel de la mujer tampoco es el mismo.    
Pero Alfonso es el que lo está haciendo muy mal. No sólo por su infidelidad, que no admite ninguna justificación más que por motivos carnales (lo que lo hace doblemente culpable), sinó por su cobardía al no ser capaz de dar la cara, a su manipulación de Emilia con la reafirmación de un amor que ahora es cuestionable, y a su huida hacia adelante esperando que las cosas se solucionen por si solas. Cosa que en contadas ocasiones sucede.
La verdad es que ha de suceder algo muy gordo para que Alfonso recupere la credibilidad. Y por ahora, nada hace suponer que pueda hacerlo.  

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