Creo que ya
he escrito esto antes, pero vuelvo a ello.
Entiendo que el
ritmo de una serie diaria y las prisas por confeccionar guiones impiden que a
veces se pare en los detalles, así que es fácil que también la lógica de
algunas situaciones se resienta a causa de ello. Pero esta telenovela, y probablemente
todas, crean también una especie de adicción, que crea a su vez una cierta
exigencia para algunas y algunos. Cuanto más se conoce algo, más profundamente
se ha entrado en ello, más se hacen patentes las incoherencias que se producen
en situaciones y contextos. Y ya no es tan fácil engatusar, ni hacer comulgar
con ruedas de molino, cuando un día sucede una cosa y después, o pasa
directamente a mejor vida, o se le da la vuelta sin más, sin que medie
explicación razonable alguna.
Claro que no
todo el mundo se entretiene en estas cosas. Es más, probablemente el 99% de los
televidentes seguro que lo pasan por alto y se limitan a ver la serie sin buscarle
nada más que entretenimiento. Como probablemente es un gasto inútil de tiempo
intentar encontrar cinco pies al gato en un tema intrascendente como este,
cuando en la vida real hay muchas cosas que si merecen ser tratadas con
atención y dedicación. Pero en mi caso, aparte del placer de escribir, admito
que también me sirve para desahogarme de lo que cada vez con mayor frecuencia
hago: mirar la serie y dedicar más atención a los detalles que a las tramas.
También hay
otro tema que no se puede obviar si se quiere hacer este ejercicio de
desmenuzamiento. Es muy fácil caer en el error de no tener en cuenta la época
en la transcurre la serie, y especialmente el contexto de las mujeres, que
dista mucho del actual. Es cierto que hay tics que aún perduran pese que se ha
avanzado en la igualdad de género, pero el caso es que la situación de la mujer en 1924 era de sumisión y de ninguna
libertad para desarrollarse como persona individual, salvo que las
circunstancias obligaran, o la educación lo permitiera. También hay temas como
el caciquismo y la dependencia a esta clase social, así como el poder de la
iglesia sobre la vida de las personas, cosas afortunadamente superadas.
Sin embargo
todas estas últimas consideraciones no impiden expresar una crítica, que espero
se entienda como constructiva. Evidentemente en una ficción siempre ha habido y
habrá licencias, porque se trata de situaciones que no existen y que hay que
crearlas. Pero ello no impide que exista una cierta lógica en lo que acontece,
y creo que no es mucho pedir que se preste más atención a los detalles. La
premura no tendría que ser incompatible con una cierta calidad en el desarrollo
de las escenas, y cada vez tengo más la impresión que ello no sucede. Por
ejemplo, la escena del rapto de Candela y Sol en mi opinión ha estado cargada
de incongruencias, y ha dejado a dos mujeres que hasta ahora se han mostrado
como de fuerte personalidad, como dos indefensas féminas en manos de un
maltratador. De hecho estoy convencida que todas y todos esperábamos más de
ambas, que se mostraran algo más combativas y resueltas.
Otro tema es
Emilia. No voy a juzgar su decisión, porque pienso que, como todo el mundo,
tiene derecho a una segunda oportunidad, y hay que tomarla cuando pasa. ¿Qué puede
parecer egoísta, y que tendría que sacrificarse por los demás? Pues seguro que
hay opiniones para todos los gustos, pero creo que, en un caso así, es ella la
que ha de decidir y no los demás por ella. Y creo que es injusto quien la tacha
de casquivana al cambiar tan pronto de brazos. Sin embargo parece que finalmente
va a echarse atrás, y lo que parecía una decisión firme va a dejar de serlo,
simplemente porque después de semanas de estar convencida de lo contrario, en
el último momento se le abren los ojos. ¿De verdad era necesario llegar a este
extremo? Entiendo que es una manera de mantener la tensión, pero no la deja en
muy buen lugar, convirtiéndola en una indecisa.
Y podría
seguir así uno a uno con los habitantes de PV, pero por hoy voy a dejarlo con
un último tema: los Mella y todo lo que ha sucedido a su entorno.
Supongo que
algún día sabremos por qué se trajo a una familia entera para cargársela en apenas
un mes, si es que no se trataba de acabar de paso con un icono como el Jaral. Sin
embargo esto me parece algo desmesurado, cuando había maneras mucho más fáciles,
y por supuesto mucho menos traumáticas, de acabar con esta casa y todo lo que
le atañía. Otra vez el dramatismo por encima de la lógica. Pero hay otro tema
en esto que me tiene desconcertada ¿A qué vino el hecho de narcotizar a todos
los habitantes de La Quinta? A priori es una chiquillada impropia de alguien
tan retorcido como Francisca, pues solo faltaba que se colocara la diana para
hacer más patente su intervención en los hechos. Pero es que además, aparte de
impedir que fueran al Jaral y con ello quizás les salvara la vida, no saca nada
de todo ello, salvo una satisfacción pueril que se ha visto oscurecida por los
hechos. Aunque lo que realmente revienta es que parece que esto va a quedarse aquí,
pues Severo tiene cosas mucho más importantes en las que pensar. Y Francisca va
a volver a irse de rositas. Y es posible que otra trama vaya a quedar relegada
al olvido.
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