3 de febrero de 2016

Buscando algo más

Creo que ya he escrito esto antes, pero vuelvo a ello.
Entiendo que el ritmo de una serie diaria y las prisas por confeccionar guiones impiden que a veces se pare en los detalles, así que es fácil que también la lógica de algunas situaciones se resienta a causa de ello. Pero esta telenovela, y probablemente todas, crean también una especie de adicción, que crea a su vez una cierta exigencia para algunas y algunos. Cuanto más se conoce algo, más profundamente se ha entrado en ello, más se hacen patentes las incoherencias que se producen en situaciones y contextos. Y ya no es tan fácil engatusar, ni hacer comulgar con ruedas de molino, cuando un día sucede una cosa y después, o pasa directamente a mejor vida, o se le da la vuelta sin más, sin que medie explicación razonable alguna.
Claro que no todo el mundo se entretiene en estas cosas. Es más, probablemente el 99% de los televidentes seguro que lo pasan por alto y se limitan a ver la serie sin buscarle nada más que entretenimiento. Como probablemente es un gasto inútil de tiempo intentar encontrar cinco pies al gato en un tema intrascendente como este, cuando en la vida real hay muchas cosas que si merecen ser tratadas con atención y dedicación. Pero en mi caso, aparte del placer de escribir, admito que también me sirve para desahogarme de lo que cada vez con mayor frecuencia hago: mirar la serie y dedicar más atención a los detalles que a las tramas.
También hay otro tema que no se puede obviar si se quiere hacer este ejercicio de desmenuzamiento. Es muy fácil caer en el error de no tener en cuenta la época en la transcurre la serie, y especialmente el contexto de las mujeres, que dista mucho del actual. Es cierto que hay tics que aún perduran pese que se ha avanzado en la igualdad de género, pero el caso es que la situación de la  mujer en 1924 era de sumisión y de ninguna libertad para desarrollarse como persona individual, salvo que las circunstancias obligaran, o la educación lo permitiera. También hay temas como el caciquismo y la dependencia a esta clase social, así como el poder de la iglesia sobre la vida de las personas, cosas afortunadamente superadas.
Sin embargo todas estas últimas consideraciones no impiden expresar una crítica, que espero se entienda como constructiva. Evidentemente en una ficción siempre ha habido y habrá licencias, porque se trata de situaciones que no existen y que hay que crearlas. Pero ello no impide que exista una cierta lógica en lo que acontece, y creo que no es mucho pedir que se preste más atención a los detalles. La premura no tendría que ser incompatible con una cierta calidad en el desarrollo de las escenas, y cada vez tengo más la impresión que ello no sucede. Por ejemplo, la escena del rapto de Candela y Sol en mi opinión ha estado cargada de incongruencias, y ha dejado a dos mujeres que hasta ahora se han mostrado como de fuerte personalidad, como dos indefensas féminas en manos de un maltratador. De hecho estoy convencida que todas y todos esperábamos más de ambas, que se mostraran algo más combativas y resueltas.  
Otro tema es Emilia. No voy a juzgar su decisión, porque pienso que, como todo el mundo, tiene derecho a una segunda oportunidad, y hay que tomarla cuando pasa. ¿Qué puede parecer egoísta, y que tendría que sacrificarse por los demás? Pues seguro que hay opiniones para todos los gustos, pero creo que, en un caso así, es ella la que ha de decidir y no los demás por ella. Y creo que es injusto quien la tacha de casquivana al cambiar tan pronto de brazos. Sin embargo parece que finalmente va a echarse atrás, y lo que parecía una decisión firme va a dejar de serlo, simplemente porque después de semanas de estar convencida de lo contrario, en el último momento se le abren los ojos. ¿De verdad era necesario llegar a este extremo? Entiendo que es una manera de mantener la tensión, pero no la deja en muy buen lugar, convirtiéndola en una indecisa.
Y podría seguir así uno a uno con los habitantes de PV, pero por hoy voy a dejarlo con un último tema: los Mella y todo lo que ha sucedido a su entorno.
Supongo que algún día sabremos por qué se trajo a una familia entera para cargársela en apenas un mes, si es que no se trataba de acabar de paso con un icono como el Jaral. Sin embargo esto me parece algo desmesurado, cuando había maneras mucho más fáciles, y por supuesto mucho menos traumáticas, de acabar con esta casa y todo lo que le atañía. Otra vez el dramatismo por encima de la lógica. Pero hay otro tema en esto que me tiene desconcertada ¿A qué vino el hecho de narcotizar a todos los habitantes de La Quinta? A priori es una chiquillada impropia de alguien tan retorcido como Francisca, pues solo faltaba que se colocara la diana para hacer más patente su intervención en los hechos. Pero es que además, aparte de impedir que fueran al Jaral y con ello quizás les salvara la vida, no saca nada de todo ello, salvo una satisfacción pueril que se ha visto oscurecida por los hechos. Aunque lo que realmente revienta es que parece que esto va a quedarse aquí, pues Severo tiene cosas mucho más importantes en las que pensar. Y Francisca va a volver a irse de rositas. Y es posible que otra trama vaya a quedar relegada al olvido.   

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