La felicidad
es un estadio que en PV suele ser efímero. Y no importa que ello ocurra por el mismo
discurrir de la existencia, o por agentes o factores ajenos, porque el
resultado siempre acaba siendo el mismo. Ver penar a los que la vida ya ha
maltratado lo suficiente, y que sigue empeñada en hacerlo.
Así que
cuando se dan momentos de felicidad, es importante atesorarlos, porque indefectiblemente
acaban teniendo una contrapartida dolorosa en un futuro.
Ahora estamos
en un impasse y puede que la balanza esté equilibrada. Se han roto unas parejas
antiguas y han surgido de nuevas, con aires renovados y que traen consigo un hilo de esperanza para recuperar el tono perdido de la serie, el halo de romanticismo del que adolece ahora mismo. Y lo que es aún mejor,
al mismo tiempo han sacado del ostracismo a un personaje que parecía perdido
entre las cuatro paredes del Jaral: Candela.
Aun recuerdo su
llegada a la serie y la controversia que generó en un sector concreto, pues llegaba
para ser la sustituta de un personaje emblemático: Pepa. Y recuerdo los virulentos
ataques que sufrió, llegando incluso a afectar a la misma actriz. Afortunadamente
todo quedó atrás y Candela se ha forjado un lugar indiscutible en la serie y en
la estima de l@s seguidor@s. Igual que en el corazón de Severo.
Y admito que
los dos se lo han hecho en el mío. Me parecen una pareja preciosa, con una
relación serena y reposada, madura y al mismo tiempo que respiran un cierto aire
de adolescencia, con la pasión justa pero con una ternura infinita, con una química
incuestionable…. Dos personas que han aprendido a conocerse bien y a valorar
sus virtudes y defectos. Y dos personas que a pesar de sus respectivas y duras existencias pasadas, han sabido renacer con el amor, y se aferran a éste en pro de alcanzar
juntos una felicidad para la que ambos seguro que van a luchar con uñas y
dientes, aun cuando previsiblemente y, en primer lugar, vaya a ser Francisca
quien intente interponerse o impedirlo.
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