13 de febrero de 2017

Una amistad incondicional

De pronto una se da cuenta de que está viendo a Severo, Candela y su niño junto a Lucas y Marcos, felices y a salvo……….y solo son una ficción. Nada existe más allá de la telenovela, pero en la imaginación se convierten en personas reales, con una vida. Y esto en cierta manera es la magia de la serie, que se acaba viviendo la situación como si los personajes fueran personas reales. Con devoción e incluso más allá,... con expectativas cuando las cosas van rodadas o con frustración cuando la historia se termina.
Por supuesto entiendo que esto no es exclusivo de PV, que es una constante en casi todas las telenovelas. Por ello creo que es importante cuidar los contenidos, por el mensaje subliminal que pueden llegar a transmitir. Evidentemente no se trata de adoctrinar a nadie, ni de dar lecciones de moral, ya que en realidad solo es un producto de entretenimiento, sin más aparente pretensión que esto. Pero se agradece que, de vez en cuando, se realcen valores humanos como el de la amistad incondicional.
Y este es el caso de Severo y Carmelo, una relación que va más allá de lo convencional, con raíces que se hunden profundamente en el interior de ambos, abonadas por un pasado común de años de lucha por la supervivencia, de trabajar codo a codo para salir adelante, y de apoyarse mutuamente en los malos y los buenos momentos. Una amistad sin condiciones, que nada, ni nadie, ha podido romper. Por supuesto con altos y bajos como en toda relación, pero siempre prevaleciendo el cariño mutuo, el de hermanos no de sangre, pero sí de corazón. Los que anteponen por encima de todo la felicidad y el bienestar del otro, sin esperar nada a cambio.
Y ahora le toca a Carmelo, como ya hizo en el pasado: dar la cara por su amigo, protegerlo. Aunque en realidad la protección de Carmelo va más allá, porque ahora ya no se trata solo de Severo, sinó de la que es su propia familia, la única que tiene. La que le quiere y le acoge como uno más, porque no hay duda que Candela también le profesa un enorme aprecio.
Sin embargo esta vez el sacrificio llega mucho más lejos que una defensa. Se trata de permitir que además pongan en entredicho su integridad moral, dejando que la gente se haga una idea desviada de su persona. Y solo con el único fin de preservar la vida de sus amigos. No ha de ser fácil soportar las miradas de reproche, las pullas por algo inexistente para él pero muy real para el resto de la gente, el tener que fingir constantemente, el no poder aspirar a sus momentos propios de felicidad, a renunciar a vivir en paz (al menos hasta que las cosas se resuelvan, que así ha de ser)….
Por ello Carmelo se merece un lugar de honor entre todos los personajes nobles que han pasado por la serie.
Y, por descontado, quién también se lo merece es el magnífico profesional que le da vida, Raúl Peña, que a pesar de haber tenido siempre su espacio, ahora tendrá una oportunidad muy merecida de una mayor visibilidad.

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