8 de febrero de 2017

Dos malvados, dos.

Francisca y Garrigues tienen muchas cosas en común. Ambos son malvados, retorcidos, manipuladores, disfrutan con el sufrimiento ajeno, se sienten seguros al lado del poder y ejerciéndolo con mano dura. También tienen un pasado doloroso (que nunca puede justificar un proceder como el que nos enseñan) y son personas resentidas con la vida.
Pero aunque suene a reiteración con el tema, la impunidad con la que manejan estos personajes no me gusta para nada. Es una ficción, y entiendo que es un recurso, pero (insisto) no se puede crear la sensación de que hay que resignarse a que las cosas sean así.
Sin embargo hay algo que les diferencia. Mientras que a Francisca sus manejos le salen bien siempre, aunque ello signifique que alguien salga damnificado, o peor aún, con los pies por delante,.... lo que sea que haya hecho acaba siendo pasado y enterrado como si tuviera bula para hacer lo que le dé la gana, humillar a quien sea y pisotear sin contemplaciones a quién se interponga en su camino,….en el caso de Garrigues, aunque hasta ahora también se haya salido siempre con la suya utilizando los mismos métodos que la doña, sus acciones están en primer plano y se pide una reparación inmediata. Y ello pasa tanto entre los personajes de la telenovela, como entre los espectadores, que si bien es cierto que también demandan un desagravio hacia los personajes que han sufrido en sus carnes los manejos tanto del uno como de la otra, aceptan, de alguna manera, que en el caso de Francisca ello quizás no vaya a suceder nunca.
En el caso de Garrigues ni se contempla que salga indemne.
Evidentemente juega un papel importante el hecho de que el personaje de Francisca esté desde el principio de los tiempos y se haya convertido en un referente para muchos (que necesariamente no quiere decir que sea intocable). Por cierto, he de puntualizar que siempre me estoy refiriendo al personaje, nunca a la actriz, que merece toda mi consideración.
Y ahora, por alguna razón que escapa a mi entender, a menos que se pueda considerar un recurso para elevar la tensión al máximo, parece que están pugnando por alimentar la parte más negativa de estos dos personajes. De hecho en el caso de Garrigues tampoco es tan difícil porque no se ha visto nada bueno en él, pero en el de Francisca (a la que ahora vemos en dos versiones contrapuestas, la de amante compañera de Raimundo, al que cuando vuelve la espalda miente descaradamente con Garrigues, y la retorcida, la que lleva semanas con una insistencia en el mismo tema como si no hubiera un mañana: Severo, Severo, Severo………,) pues es más complicado atisbarlo cuando su papel en ocasiones puede parecer más amable, aunque sea un espejismo que no tarda en desaparecer cuando la vemos conspirar y desear abiertamente el mal de otros, incluso regodearse en ello. 
Y es entonces cuando vuelve a surgir la pregunta del millón: ¿si La Quinta desapareciera, cuál iba a ser el papel de Francisca en esta historia?
Antes de poner fin a este comentario, quería añadir otra cosa. Es solo mi opinión, pero creo que el personaje de Garrigues es uno de los más bien estructurados de los últimos tiempos. Es un malvado en toda la acepción y sin matices, sin concesión a pensar que puede ser alguien diferente a lo que se pretende. Es decir, un malo con todas las letras.
Por supuesto no pretendo a aplaudir la conducta del personaje, que me parece del todo despreciable, solo la construcción de éste. Pero si aplaudo especialmente el trabajo de Carlos de Austria, que lo hace totalmente creíble.

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