Matías y
Marcela, o un guiño a un tema que siempre es actualidad: los embarazos
adolescentes.
No sé si es
ésta la pretensión, o simplemente se trata de un giro de guion para introducir
tensión a la relación intermitente y llena de altibajos de Matías y Beatriz. En
todo caso, el tema que se presenta es el de dos adolescentes, el mismo Matías y Marcela, que sin apenas conocerse, ahora están unidos por un vínculo indisoluble que va más allá de lo meramente emocional, y que se ha de materializar en un pequeño ser que lleva su sangre. Dos jóvenes que se ven
abocados a hacerse mayores de golpe, después de no haber tenido apenas infancia
al haber vivido sus primeros años en un entorno duro y sin concesiones.
Él abandonado
en un orfanato del que fue sacado por un hombre con el único objetivo de
utilizarlo como mano de obra para delinquir. Aunque también es cierto que, en
un golpe de suerte, la vida le ha dado una segunda oportunidad con una familia
maravillosa que le quieren y le apoyan.
Ella, simplemente
obligada por su género, a ser la sirvienta de su padre y hermanos, soportando
la falta de libertad que ello conlleva. Sin posibilidad de escapar, excepto
para caer en otra situación que implica el mismo resultado. Porque en aquellos
tiempos la mujer no tenía muchas más opciones que vivir en la casa paterna
hasta el matrimonio. Y una vez casada, y casi con toda seguridad, seguir reducida
al silencio, limitada a hacer lo que se llegó a calificar en los peores años de
la dictadura como “la única profesión digna de la mujer”.
Y quizás
caigamos en la trampa de verlo todo con ojos actuales, sin tener en cuenta que
hablamos de un siglo atrás, con una mentalidad diferente y con unos roles
establecidos por la sociedad, que pocas cuestionaban.
Por lo que, visto
lo visto, después de todo quizás no hayamos evolucionado tanto cuando a veces
parece que asoma la incapacidad de ver en toda su extensión lo que supone una
situación del tipo a la que se enfrentan ahora Marcela y Matías. Y esto vale
para 1924 y para 2017, porque aún sigue sucediendo. Lo primero y peor es que,
por alguna razón, parece que se normaliza la desigualdad que supone aceptar que
la chica, al ser la portadora, tiene que asumir sin más la carga y, en cierto
modo, la culpa de la situación,…. mientras que para el chico el comentario
viene a ser que al aceptar su responsabilidad se va a poner encima una carga
que va a condicionar su futuro. Olvidando que un embarazo es cosa de dos, y la
responsabilidad compartida, aunque sea fruto de un error de cálculo o de
inconsciencia.
Pero hay más,
y lo hemos visto reflejado en las palabras de Alfonso y Emilia que enseguida se
han hecho cargo de la situación, y que tienen una visión más amplia de la
historia, quizás por haberla vivido personalmente.
No se trata
solo de todo lo anterior, sino que hay que añadir, en el caso de la chica, el
temor a ser rechazada socialmente, ser criticada por su entorno, ser puesta en
duda, señalada como una fresca y tener que cargar con la mayor. Mientras que
para el chico las opiniones son mucho más benévolas, e incluso se llega a
buscar una justificación para exculparlo. Y desgraciadamente esto suele venir
por parte de las mismas mujeres, lo que viene a suponer echarse piedras en el
propio tejado y renegar de los avances que se puedan haber dado en materia de
igualdad. Porque, como he dicho antes, no hay diferencia entre la
responsabilidad de chico y chica en esta situación,… por lo que ninguno ha
obrado mejor, ni peor, que el otro.
De todas
maneras, admito que me parece bien como están enfocando el tema, y viendo que
Matías no rehúye su responsabilidad y piensa en Marcela y su hijo. Y me uno a
un comentario que he leído en otro sitio. Es cierto que ahora el chico no está
enamorado de ella, pero ¿acaso lo que ya les une, con el tiempo no puede hacer
nacer entre ellos algo más? Yo soy de las que pienso que realmente Marcela está
embarazada y el bebé es de Matías. Y además hay otras muchas razones para
creerlo. ¿Por qué mentir en algo que tarde o temprano se va a saber? ¿Por qué
arriesgarse a recibir una paliza y el oprobio de la familia? Si es un plan
orquestado con éstos ¿porque querrían “cazar” al chico precisamente ahora? ¿Por
qué éste, un chico muy joven, que si bien sus padres tienen un negocio, tampoco
es que sean unos ricos potentados?...
Pero me temo
que esta historia, que podría ser muy bonita, sabiendo como las gastan los
guionistas, no va a tener un gran recorrido y si más bien un final dramático
para la familia Castañeda……..
Por cierto,
no he hablado de Beatriz....
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