23 de abril de 2018

No quiero que dejen a Severo en paz


Pues mira, he llegado a la conclusión de que no quiero que dejen a Severo en paz. Si, ya sé que esta frase va a confundir a más de un@ de los que lean esto, pero es lo que pienso.
Claro que sé lo arriesgado que es pedir algo de este estilo, porque en esta telenovela esto es sinónimo de sufrimiento, y cuanto peor mejor. Pero también estoy segura de que existen montones de argumentos posibles sin tener que pasar por ello. Y lo que no deseo para nada es que este “dejar en paz” acabe convirtiendo a Severo en invisible.
Algo que lamentablemente ya está sucediendo sin que al parecer seamos demasiados l@s que nos apercibamos. Desde el momento en que Irene ha aparecido en escena, todo o casi todo gira en torno a ella, y Severo ha pasado a depender de la trama de la periodista, dejando de desarrollar una de propia. Y cuando digo propia, quiero decir algo que le haga ayudarse a sí mismo, y que no ha de pasar necesariamente por una relación romántica.
O no solo por esto.  
De hecho desde que llegó Irene estoy leyendo argumentos que me parecen de lo más peregrino para justificar esta trama. Claro que porque piense esto no quiere decir que no respete estas opiniones, pero de ahí a compartirlas va un trecho. Si, quizás no sea capaz de meterme en la piel de un hombre de 1925 y lo vea con ojos actuales, pero lo que sí me parece de cajón es que este Severo que vemos ahora no es el mismo que nos presentaron al principio. ¿Por qué ha dejado de luchar o de querer hacerlo? ¿Su hijo? No lo creo, porque en el pasado el tener responsabilidades familiares no fue un problema, y de hecho fue una de las cosas que llevaron a Candela a la muerte: el no querer renunciar a su venganza y quedarse en Puente Viejo. ¿Por qué ahora es diferente? De hecho creo que tener un hijo no tendría que ser algo que le parase en su lucha por recuperar lo que es suyo, sino más bien tendría que un acicate para asegurarle a éste un futuro y que pudiera disfrutar de lo que le corresponde.
Y otra cosa.
Dada la idiosincrasia del personaje ¿qué trama pueden darle que no pase por esto último?
Porque lo que no deseo es ver a Severo dia si, dia también, apoyado en la barra de la casa de comidas solucionando (o intentando solucionar) los problemas de los demás. O haciendo lo mismo, pero en el ayuntamiento. O regresando a casa para convertirse en el típico hombre que se sienta a esperar la comida, o que se pone a leer un libro o el periódico, un hombre que trabaja fuera de casa (¿de algo deben estar viviendo, no?) y que cuando regresa encuentra todo hecho. Un hombre que necesita de una mujer para que se haga cargo de su hogar, incluido un niño (o especialmente esto) algo por otra parte que entiendo era bastante corriente en aquellos tiempos. (Y que, por cierto, es uno de los argumentos que también he leído,….y que aún se maneja en la actualidad). Un hombre al que casi no hemos visto con su hijo, y mucho menos a solas, cuando se ha pasado cinco meses con una sola idea: la de recuperarlo.
Por cierto, dejo una pregunta: ¿Cuánto hay de agradecimiento en la supuesta atracción de Severo hacia Irene?

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