9 de enero de 2017

La despedida a Lucas

Soy consciente que al generalizar utilizando solo información de oídas, puedo ser injusta. Pero sí que hay algo que, además de obvio, puedo afirmar con conocimiento de causa,  y es que en los pueblos pequeños el medico goza de una mayor cercanía a sus pacientes que en los lugares más grandes. Por supuesto que también interviene el propio carácter del profesional, su empatía, pero considero que también hay un factor que condiciona: no es lo mismo atender a las necesidades de una población pequeña que hacerlo en grandes centros de salud donde todo es más impersonal. Por descontado todos y todas son grandes profesionales y no pretendo desmerecer el trabajo de nadie, como tampoco creo que sería justo pensar que por ello los segundos atienden a sus pacientes sin dedicarles el tiempo necesario. Solo son diferentes condiciones.
Toda esta introducción viene a cuento porque en la telenovela tenemos un ejemplo de médico cercano y entregado a su trabajo: Lucas.  Bueno, en realidad ya casi tengo que hablar de él en pasado, porque está próxima su marcha definitiva. Cosa que lamento profundamente, aunque también me congratulo que esta vez un personaje importante marche por sus propios medios y no con los pies por delante como nos tienen acostumbrad@s últimamente. Y por cierto, no voy a entrar en lo sorprendente que resulta además que esto suceda poco más de un mes después que decidieran finiquitar por la vía rápida a Sol, cuando podrían haber marchado de la telenovela juntos (aunque ella hubiera partido para la capital antes con cualquier excusa).
En fin…… a lo que iba.
Tenían entre manos lo que podría haber sido una historia diferente y con muchos ingredientes para desarrollar. Un médico y una prostituta redimida, que protagonizaron una preciosa historia de amor, y  él además un galeno empático, divertido, generoso, pero sobretodo entregado a lo que es su vocación….. y que podía haber sido el hilo conductor de otras historias. Porque Lucas es el paradigma de médico rural, del que probablemente quedan pocos o ninguno en activo, y que aúna los roles de confesor, psicólogo y sanador, además de servicio de urgencias. Un profesional que conoce a sus pacientes por algo más que el nombre o el historial médico. Sin olvidar que en los tiempos en los que transcurre la acción, el médico formaba parte de los notables del pueblo, junto con el cacique local, el alcalde y el representante de la iglesia.
Sí, es cierto. Hubo un tiempo en que su historia con Sol ocupaba un importante espacio, pero la boda fue como un punto de inflexión y ya nada volvió a ser lo mismo. Como si esta nueva situación fuera una pesada losa, sus momentos se fueron diluyendo, desapareciendo …….y Lucas y Sol pasaron a formar parte de los otros, junto (también hay que decirlo) con el resto de habitantes de La Quinta. Ni siquiera los escasos momentos subsiguientes con Lucas ejerciendo su labor, compensaron lo que podría haber sido y acabó no siendo.
Por no hablar del enorme talento desaprovechado de dos grandes profesionales, que probablemente han decidido poner tierra de por medio cuando han visto que su carrera se estaba desperdiciando.
Así que cuando ya se oyen los ecos de la despedida, valgan estas líneas para expresar mi reconocimiento a Àlvaro Morte, al que tuve la ocasión de conocer personalmente en Barcelona y que pude constatar que es como Lucas, una persona cercana y simpática. Y que, estoy segura, veremos en el futuro en importantes escenarios, como corresponde a su talento.

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