Soy
consciente que al generalizar utilizando solo información de oídas, puedo ser
injusta. Pero sí que hay algo que, además de obvio, puedo afirmar con conocimiento
de causa, y es que en los pueblos
pequeños el medico goza de una mayor cercanía a sus pacientes que en los
lugares más grandes. Por supuesto que también interviene el propio carácter del
profesional, su empatía, pero considero que también hay un factor que
condiciona: no es lo mismo atender a las necesidades de una población pequeña
que hacerlo en grandes centros de salud donde todo es más impersonal. Por
descontado todos y todas son grandes profesionales y no pretendo desmerecer el trabajo
de nadie, como tampoco creo que sería justo pensar que por ello los segundos atienden
a sus pacientes sin dedicarles el tiempo necesario. Solo son diferentes
condiciones.
Toda esta
introducción viene a cuento porque en la telenovela tenemos un ejemplo de
médico cercano y entregado a su trabajo: Lucas. Bueno, en realidad ya casi tengo que hablar de
él en pasado, porque está próxima su marcha definitiva. Cosa que lamento
profundamente, aunque también me congratulo que esta vez un personaje
importante marche por sus propios medios y no con los pies por delante como nos
tienen acostumbrad@s últimamente. Y por cierto, no voy a entrar en lo
sorprendente que resulta además que esto suceda poco más de un mes después que
decidieran finiquitar por la vía rápida a Sol, cuando podrían haber marchado de
la telenovela juntos (aunque ella hubiera partido para la capital antes con
cualquier excusa).
En fin…… a lo
que iba.
Tenían entre
manos lo que podría haber sido una historia diferente y con muchos ingredientes
para desarrollar. Un médico y una prostituta redimida, que protagonizaron una
preciosa historia de amor, y él además
un galeno empático, divertido, generoso, pero sobretodo entregado a lo que es
su vocación….. y que podía haber sido el hilo conductor de otras historias. Porque
Lucas es el paradigma de médico rural, del que probablemente quedan pocos o
ninguno en activo, y que aúna los roles de confesor, psicólogo y sanador, además
de servicio de urgencias. Un profesional que conoce a sus pacientes por algo
más que el nombre o el historial médico. Sin olvidar que en los tiempos en los
que transcurre la acción, el médico formaba parte de los notables del pueblo,
junto con el cacique local, el alcalde y el representante de la iglesia.
Sí, es
cierto. Hubo un tiempo en que su historia con Sol ocupaba un importante
espacio, pero la boda fue como un punto de inflexión y ya nada volvió a ser lo
mismo. Como si esta nueva situación fuera una pesada losa, sus momentos se
fueron diluyendo, desapareciendo …….y Lucas y Sol pasaron a formar parte de los
otros, junto (también hay que decirlo) con el resto de habitantes de La Quinta.
Ni siquiera los escasos momentos subsiguientes con Lucas ejerciendo su labor,
compensaron lo que podría haber sido y acabó no siendo.
Por no hablar
del enorme talento desaprovechado de dos grandes profesionales, que
probablemente han decidido poner tierra de por medio cuando han visto que su
carrera se estaba desperdiciando.
Así que
cuando ya se oyen los ecos de la despedida, valgan estas líneas para expresar
mi reconocimiento a Àlvaro Morte, al que tuve la ocasión de conocer personalmente
en Barcelona y que pude constatar que es como Lucas, una persona cercana y
simpática. Y que, estoy segura, veremos en el futuro en importantes escenarios,
como corresponde a su talento.
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