No son palabras mías, sino del periodista Carles
Capdevila. Pero la siguiente reflexión me parece muy interesante:
“No tener miedo de lo que dirán es esencial, porque
perdemos tiempo, a veces años y en algún caso vidas enteras, bloqueados por la
opinión de otros. Es imprescindible imaginar cómo serán recibidas nuestras
palabras. Pero también lo es asumir las consecuencias sin miedo. No se trata de
ser más frescos, más inmunes al otro, sino más responsables” (traducida del
original en catalán).
Este es un blog de opinión que reconozco que cada vez
deriva en mayor medida hacia opiniones personales y menos a lo que en principio
estaba destinado: hablar de la serie El Secreto de Puente Viejo.
Pero se me antoja algo complicado separar ambas cosas
sin que se visibilicen sentimientos propios, de lo contrario sería una enorme
hipocresía y un intento de adular a quien lee lo que una escribe. Y no es, ni
nunca ha sido, mi intención. Sin embargo he de admitir que también he cambiado la
manera de entender este espacio,…..o puede que la que haya cambiado sea yo,
empezando a ver las cosas de otro color.
Cierto que una ya no es una jovencita, pero
precisamente por esto y porque los años la hacen a una más sabia (en el sentido
de madurar), se acaba aprendiendo a valorar en su justa medida las cosas que
son realmente importantes, y Puente Viejo es solo una distracción, sin más. O
al menos tendría que serlo, por lo que las opiniones que afectan a este tema no
tendrían que pasar del ámbito de desmenuzar determinados aspectos de la misma ficción.
Que es cierto que pueden ser entendidos de diferente manera por las partes, pero
sin ser necesario ir más allá y enfangarse además en discusiones estériles por
defender puntos de vista diferentes, algo que me parece una enorme pérdida de
tiempo y energías.
Por supuesto respeto quien quiera hacerlo, o lo crea
conveniente para expresar su opinión. Pero siempre que se haga escuchando
también con el mismo respeto las opiniones de los demás, sin pretender tener la
razón inapelable.
También es cierto que hay quien lo vive con
apasionamiento y a veces ello lleva a hacerlo tan propio que puede llegar a
confundirse la línea entre ficción y realidad. Y se puede acabar mezclando
también a los actores y actrices, que pueden verse abducidos de alguna manera por
su personaje.
Naturalmente la mayoría de los seguidores de esta
telenovela, y por extensión de todas, saben hacer esta distinción entre ficción
y realidad. Quizás quien lo vive con mayor intensidad es quien se mueve por las
redes sociales, donde es más fácil poder comentarlo con otras personas,
conjeturar, dar opinión e incluso posicionarse con un tema o una trama
concreta, dependiendo de las simpatías particulares de cada uno o una. Por
cierto, también un lugar donde se conoce gente y se forjan amistades, algo que
siempre habré de agradecer. Sin embargo, y paradójicamente, también se producen
enemistades entre personas que no se conocen personalmente, porque aún con el
nombre por delante, parece mucho más fácil decir según qué cosas en según qué
espacios, sin que exista el “problema” del cara a cara físico.
(Espero que nadie se sienta aludido o aludida, porque
estoy generalizando. Tampoco es mi pretensión censurar a nadie, porque como
dicen “mi libertad se termina dónde empieza la de los demás” y todo el mundo tiene derecho a expresarse
como le parezca. Aunque después no comparta su punto de vista)
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