14 de diciembre de 2015

Una vida en la palestra

Hay dos factores a tener en cuenta: uno que PV es una historia de ficción y que ello permite ciertas licencias, y el otro que probablemente cueste un poco meterse en la piel de una mujer de 1922 y aceptar no solo que existieran unas leyes que condicionaban totalmente los movimientos de las féminas, sino que incluso ellas mismas pudieran llegar a resignarse al papel impuesto por la sociedad y con respecto al hombre. Aunque es cierto que tampoco tenían muchas opciones, pues la desobediencia estaba penada con cárcel; y aún con ello hubo mujeres valientes que desafiaron leyes injustas y discriminatorias. Eso sí, normalmente se trataba de mujeres cultas, de familias pudientes, que solían poseer una esmerada educación y que generalmente vivían en grandes urbes; así que los ecos de las sufragistas difícilmente llegaban a los núcleos de población rural, donde además la religión seguía imponiendo sus criterios y amordazando cualquier conato de protesta.
Aún así cuesta entender la deriva del personaje de Sol, cuando no nació pobre y hasta una cierta edad tuvo una buena educación que tendría que haber dejado un poso. Aunque en cierto momento todo ello se viera interrumpido al quedar huérfana y ser internada en un hospicio, donde es sabido que predominaban unas maneras de educar que nada tenían que ver con moldear personas con criterio, más bien al contrario, hacer de las niñas mujeres sumisas y obedientes a los hombres, tal como se estipulaba con las leyes y las normas de una sociedad predominantemente machista y misógina.
Sin embargo lo que sucedió después con ella, y cómo su vida llegó a hundirse más al tomar el camino de la prostitución, no lo recuerdo, aunque supongo que Eliseo tuvo mucho que ver.
Antes de continuar he de decir que sé que estoy intentando hacer un ejercicio algo arriesgado, porque quizás no logre hacerme entender o no ser capaz de plasmar lo que quiero decir sin meterme en un fregado. También he de decir que no es mi pretensión poner en entredicho a quien se dedica a esta que considero mal llamada “profesión”, aunque sé que no todas las mujeres lo hacen de manera voluntaria, que muchas son explotadas por individuos sin escrúpulos y convertidas en meros instrumentos de placer. Y sigo pensando que los principales culpables de que esto exista no son sólo los proxenetas, madames o propietarios de burdeles y casas de citas, sino los que utilizan estos servicios y que no reparan que en cierto modo es una manera de degradar a la mujer. Como tampoco tengo muy claro si reivindicaciones feministas y prostitución pueden ser compatibles; o al menos no lo eran en aquel tiempo en el que, por cierto, estas prácticas eran penadas para las mujeres, mientras que para los hombres la manga ancha era considerable.  
Pero volviendo a Sol. Pienso que en estos años que se dedicó (obligada) a vender su cuerpo no estaba en una situación muy propicia para alimentar el espíritu, ni creo que dedicara tiempo a culturizarse y a forjar un criterio crítico con algunos aspectos de su entorno y que le incumbían. Si acaso alimentar una cierta rebeldía, pero que vimos que tampoco era suficiente para salir del lugar en el que la explotaban. ¿Cobardía, miedo a lo desconocido, acomodo,…? ¿O simplemente que no creía tener otras opciones? (De hecho esta última pregunta se podría responder cuando ella misma se infravalora por su pasado, y por considerar que jamás se podrá librar de este estigma).  
Evidentemente no voy a negar que sea una mujer de carácter fuerte, que pretende ser independiente. Pero al final ha demostrado que no lo es tanto al aceptar los roles establecidos: primero poniéndose bajo la protección de su hermano y Carmelo (que no se han manifestado para nada como los típicos machos dominantes, sino que saben dejar espacio a sus mujeres), y después dejándose manejar por un malnacido, del que no deja de sorprender que sea capaz de amilanarla con unas amenazas que no llegarían más lejos de esto si se sincerara con la persona adecuada (que no ha de ser D. Anselmo, porque ello no soluciona nada), o que tomara cartas en el asunto. Solución por cierto, que no creo que sea la de alejar a todo el mundo para protegerlos, y que podría ser mucho más efectiva si pusiera sobre aviso a los amenazados.
Sin embargo esta situación no es nueva. Ya lo hemos visto antes, y con la misma impresión por parte de l@s espectadores con respecto a ciertas actitudes. De hecho María hizo lo mismo con respecto a Fernando, cuando podría haberse ahorrado muchos sufrimientos si hubiera confesado a Francisca lo que le estaba haciendo éste. Ahora sucede lo mismo con Sol, cuando no considero a Eliseo con suficientes medios como para llevar a cabo sus amenazas. De hecho pienso que si ello llega a materializarse, parte de culpa la tendría Sol por permitirlo.
Pero esto es una novela, y quizás una cierta coherencia es pedir demasiado. 

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