9 de mayo de 2017

Los Manantiales

Me cuesta recordar la última vez en la que el supuesto amor que dicen existe entre Hernando y Camila se me hiciera creíble. Naturalmente no espero que haya quién comparta esta sensación particular, pero lo cierto es que ya hace tiempo que ni siquiera consigo ver la química que se supone habría de existir entre ellos, y en cambio la imagen que me trasladan es de un cierto desapego, incluso frialdad. Si, se dirigen palabras cariñosas y se prodigan de vez en cuando arrumacos, pero incluso éstos me parecen ya forzados, como si se hubiera instalado entre ellos una cierta monotonía o rutina, como si hubiera un espacio entre ambos que se hace cada vez más insalvable.
Lo admito, ya no consiguen emocionarme.
Claro que la situación por la que atraviesa esta trama tampoco permite una gran intensidad romántica en las escenas, porque aparte de que no les han dado tregua, ahora además sobrevuela por encima la infidelidad. Y por ende la culpabilidad que impide que fluyan con naturalidad los sentimientos. No es fácil mirar al otro y sentir que podría leer en tu rostro la traición. Por descontado ahora estoy hablando de Hernando, aunque antes fue Camila la protagonista de la infidelidad. También es cierto que en el caso de ésta podría hablarse de una actuación forzada por las circunstancias (aunque no sea justificable, porque existían otras opciones que no fueron contempladas). Sin embargo lo de Hernando no tiene justificación por más que lo mires: nadie le forzó, ni le chantajeó (quizás si emocionalmente), ni él tampoco puso demasiado empeño en zafarse de la tela de araña en la que se vio envuelto.
Pero lo peor es que todo esto viene en un momento en que, siempre en mi opinión, la personalidad de los personajes de Los Manantiales se ha ido desvirtuando. Es cierto que empezar la casa por el tejado con un matrimonio por poderes y sin conocer al otro más que superficialmente, era un planteamiento complicado por lo novedoso, pero que podía dar mucho juego. Sin embargo, en el desarrollo de este guion quizás hayan errado en el planteamiento, y con los inconvenientes y tropiezos clamorosos de los que han ido sembrando el camino (por supuesto para nada pretendo sentar cátedra, entre otras cosas porque no entiendo nada de este tema). Porque a la larga se ha ido haciendo patente que con una base tan frágil cuesta más sentar los cimientos de algo sólido, tanto en la vida real como en la ficción. No bastan con los sentimientos, hay que regarlos y abonarlos, además de con el cariño, con la confianza y la sinceridad. Algo, esto último, de lo que carecen los protagonistas, y que es precisamente lo que creo que los espectadores están echando más en falta.
(Por cierto, no olvido, como ya he dicho en otras ocasiones, que lo que podría ser el “problema” es que los seguidores de la telenovela conocemos todos los entresijos, y por ello tenemos más elementos de juicio para poder hacernos una composición de lugar más exacta que los mismos protagonistas. Pero ello no tendría que afectar al seguimiento de las tramas, porque siempre ha sido así, y la serie ha vivido tiempos muy buenos a pesar de ello).
Pero volviendo en concreto a los habitantes de Los Manantiales.
Porque ya no se trata solo de la relación de pareja, sino de todo lo demás. Quizás haya de ser así, pero se ha hecho mucho uso de situaciones límite y llegado a un estado de saturación de la capacidad de aceptación de los seguidores de la serie, cansados ya de tramas de sufrimiento de los personajes. Una tónica que encima se extiende a las demás, con solo alguna notable excepción. Porque, aun admitiendo que una trama sin altibajos es una trama sin sustancia, quizás haya que valorar que lo poco aburre, mientras que lo mucho cansa. Y de lo segundo considero que ha habido más que suficiente, con situaciones extremas que no han permitido ni un respiro a los personajes, ni a los telespectadores.
Y de personajes (los de Los Manantiales) con un pasado de momentos de extrema dureza (aunque cada uno con su propia cruz) que presuntamente marcaron su vida, han derivado en seres manipulables y con incapacidad para ver más allá de sus narices. Hasta que es demasiado tarde. La lucidez no forma parte precisamente de sus virtudes, aunque hay que reconocer que quizás intervengan en ellos sentimientos como el cariño incondicional que a veces puede cegar. Como podría ser el caso de Camila, que no tendría por qué sospechar de una amiga de toda la vida y por ello es incapaz de relacionar el mal rollo de su casa con la estancia de Lucia en la misma (bueno, parece que ahora empieza a dudar de ello, pero poco todavía). 
Pero lo de Hernando y Beatriz es mucho peor.
Parece que Hernando ha llegado a la conclusión que huir de la realidad es la mejor manera para afrontar el tema de Lucía. Que relegándolo a un segundo plano, va a poder hacer borrón y cuenta nueva, sin sincerarse con su esposa, ni explicarle quién es realmente la que ella tiene por amiga. Adoptando por lo tanto una actitud de cobardía, de no hacer frente a sus errores y cavando, sin poder evitarlo, el fin de su matrimonio. Porque algún día inevitablemente Camila va a conocer la verdad, y entonces la traición va a pesar más que nada,….. a menos que sea él mismo quién se descubra.
Y si lo del padre es malo, lo de la hija no es mejor. Porque también influenciada por la misma persona, Lucía, la chica ha caído en una espiral que ha destrozado su imagen. La chica dulce y sociable de los comienzos, ha pasado a ser una persona egocéntrica, egoísta, que solo escucha lo que le conviene, que considera que tod@s han de bailar al son que ella toca, ……vamos, una adolescente malcriada, que encima no deja aconsejarse por quién realmente podría hacer algo por ella.
Y ahora es cuando me pregunto si todo esto no tendrá un fin diferente del que se podría hacer creer. Porque hemos visto muchas veces como se destrozaba un personaje antes de despedirlo definitivamente de la serie. Y ya empiezan a correr rumores (no sé si con fundamento o sólo si son derivados de conjeturas que han ido extendiéndose), en los que se apunta la posibilidad de que esta trama desaparezca, y con ella sus protagonistas.
Pero sea o no esto, lo que sí es más que evidente que la trama de Los Manantiales, tal como está concebida actualmente, no goza precisamente del agrado de buena parte de los seguidores de la serie, que habían puesto altas expectativas en la misma. Y que se han visto defraudadas. 

2 comentarios:

  1. Pues sí..... yo soy de esas personas decepcionada con la trama de los Manantiales. Espero que la reconduzcan porque los personajes ya no se parecen a lo que fueron en otro tiempo y, a mí, no me gustaría que desaparecieran.

    También espero que de una vez se vaya Garrigues, ya cansa....

    Gracias.

    MUGUET.

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  2. Sarò sincera: il mio amore per la trama dei Manantiales durò meno di un mese. Iniziai subito a trovare grosse lacune e mi dispiace dirlo nella recitazione di Yara e di Angel. Ero stufa dei bei vestiti e delle meravigliose decorazioni della casa. Trovavo questi personaggi vuoti, Camila piuttosto ipocrita e trovavo che Hernando avesse decisamente meno carisma di un Tristan, di un Martin e di un Lucas o un Severo. La trama mi sembrava sin da subito un pizzico mal scritta. Poi mi sembrò assurdo che Camila fosse così desiderosa di gettarsi sul letto del marito, con la morte del fratello, della cognata e dei nipoti tanto decente. Sembrava disinteressata alla sorte della sua famiglia, della famiglia Mella. Assurdo. Come assurdo il suo comportamento con Elias per esempio. Quindi non mi hanno delusa più di tanto perché partivo da basse aspettative. Ora però si sono raggiunti livelli di uno squallore incredibile. Un tradimento ridicolo e assurdo per una coppia protagonista. Beatriz di fatto era l'unica che mi piacesse ma dopo la storia di Damian, anche lei mi è diventata antipatica. Una ragazzina totalmente diversa da quella che ci avevano presentato all'inizio. Sono d'accordo con te nella descrizione. Hanno rovinato anche Beatriz,

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