Me cuesta
recordar la última vez en la que el supuesto amor que dicen existe entre
Hernando y Camila se me hiciera creíble. Naturalmente no espero que haya quién
comparta esta sensación particular, pero lo cierto es que ya hace tiempo que ni
siquiera consigo ver la química que se supone habría de existir entre ellos, y
en cambio la imagen que me trasladan es de un cierto desapego, incluso frialdad.
Si, se dirigen palabras cariñosas y se prodigan de vez en cuando arrumacos,
pero incluso éstos me parecen ya forzados, como si se hubiera instalado entre
ellos una cierta monotonía o rutina, como si hubiera un espacio entre ambos que
se hace cada vez más insalvable.
Lo admito, ya
no consiguen emocionarme.
Claro que la
situación por la que atraviesa esta trama tampoco permite una gran intensidad
romántica en las escenas, porque aparte de que no les han dado tregua, ahora además
sobrevuela por encima la infidelidad. Y por ende la culpabilidad que impide que
fluyan con naturalidad los sentimientos. No es fácil mirar al otro y sentir que
podría leer en tu rostro la traición. Por descontado ahora estoy hablando de
Hernando, aunque antes fue Camila la protagonista de la infidelidad. También es
cierto que en el caso de ésta podría hablarse de una actuación forzada por las
circunstancias (aunque no sea justificable, porque existían otras opciones que
no fueron contempladas). Sin embargo lo de Hernando no tiene justificación por
más que lo mires: nadie le forzó, ni le chantajeó (quizás si emocionalmente), ni
él tampoco puso demasiado empeño en zafarse de la tela de araña en la que se vio
envuelto.
Pero lo peor
es que todo esto viene en un momento en que, siempre en mi opinión, la
personalidad de los personajes de Los Manantiales se ha ido desvirtuando. Es
cierto que empezar la casa por el tejado con un matrimonio por poderes y sin
conocer al otro más que superficialmente, era un planteamiento complicado por
lo novedoso, pero que podía dar mucho juego. Sin embargo, en el desarrollo de
este guion quizás hayan errado en el planteamiento, y con los inconvenientes y
tropiezos clamorosos de los que han ido sembrando el camino (por supuesto para
nada pretendo sentar cátedra, entre otras cosas porque no entiendo nada de este
tema). Porque a la larga se ha ido haciendo patente que con una base tan frágil
cuesta más sentar los cimientos de algo sólido, tanto en la vida real como en
la ficción. No bastan con los sentimientos, hay que regarlos y abonarlos,
además de con el cariño, con la confianza y la sinceridad. Algo, esto último, de
lo que carecen los protagonistas, y que es precisamente lo que creo que los
espectadores están echando más en falta.
(Por cierto,
no olvido, como ya he dicho en otras ocasiones, que lo que podría ser el “problema”
es que los seguidores de la telenovela conocemos todos los entresijos, y por
ello tenemos más elementos de juicio para poder hacernos una composición de
lugar más exacta que los mismos protagonistas. Pero ello no tendría que afectar
al seguimiento de las tramas, porque siempre ha sido así, y la serie ha vivido
tiempos muy buenos a pesar de ello).
Pero
volviendo en concreto a los habitantes de Los Manantiales.
Porque ya no
se trata solo de la relación de pareja, sino de todo lo demás. Quizás haya de
ser así, pero se ha hecho mucho uso de situaciones límite y llegado a un estado
de saturación de la capacidad de aceptación de los seguidores de la serie,
cansados ya de tramas de sufrimiento de los personajes. Una tónica que encima se
extiende a las demás, con solo alguna notable excepción. Porque, aun admitiendo
que una trama sin altibajos es una trama sin sustancia, quizás haya que valorar
que lo poco aburre, mientras que lo mucho cansa. Y de lo segundo considero que ha
habido más que suficiente, con situaciones extremas que no han permitido ni un
respiro a los personajes, ni a los telespectadores.
Y de
personajes (los de Los Manantiales) con un pasado de momentos de extrema dureza
(aunque cada uno con su propia cruz) que presuntamente marcaron su vida, han derivado
en seres manipulables y con incapacidad para ver más allá de sus narices. Hasta
que es demasiado tarde. La lucidez no forma parte precisamente de sus virtudes,
aunque hay que reconocer que quizás intervengan en ellos sentimientos como el
cariño incondicional que a veces puede cegar. Como podría ser el caso de
Camila, que no tendría por qué sospechar de una amiga de toda la vida y por
ello es incapaz de relacionar el mal rollo de su casa con la estancia de Lucia
en la misma (bueno, parece que ahora empieza a dudar de ello, pero poco
todavía).
Pero lo de
Hernando y Beatriz es mucho peor.
Parece que
Hernando ha llegado a la conclusión que huir de la realidad es la mejor manera
para afrontar el tema de Lucía. Que relegándolo a un segundo plano, va a poder
hacer borrón y cuenta nueva, sin sincerarse con su esposa, ni explicarle quién
es realmente la que ella tiene por amiga. Adoptando por lo tanto una actitud de
cobardía, de no hacer frente a sus errores y cavando, sin poder evitarlo, el
fin de su matrimonio. Porque algún día inevitablemente Camila va a conocer la
verdad, y entonces la traición va a pesar más que nada,….. a menos que sea él
mismo quién se descubra.
Y si lo del
padre es malo, lo de la hija no es mejor. Porque también influenciada por la
misma persona, Lucía, la chica ha caído en una espiral que ha destrozado su
imagen. La chica dulce y sociable de los comienzos, ha pasado a ser una persona
egocéntrica, egoísta, que solo escucha lo que le conviene, que considera que
tod@s han de bailar al son que ella toca, ……vamos, una adolescente malcriada,
que encima no deja aconsejarse por quién realmente podría hacer algo por ella.
Y ahora es
cuando me pregunto si todo esto no tendrá un fin diferente del que se podría
hacer creer. Porque hemos visto muchas veces como se destrozaba un personaje
antes de despedirlo definitivamente de la serie. Y ya empiezan a correr rumores
(no sé si con fundamento o sólo si son derivados de conjeturas que han ido
extendiéndose), en los que se apunta la posibilidad de que esta trama
desaparezca, y con ella sus protagonistas.
Pero sea o no
esto, lo que sí es más que evidente que la trama de Los Manantiales, tal como
está concebida actualmente, no goza precisamente del agrado de buena parte de los
seguidores de la serie, que habían puesto altas expectativas en la misma. Y que
se han visto defraudadas.