¿Se le puede
pedir a Severo que abandone sus ansias de venganza hacia Francisca, que olvide
todos los agravios que ésta le ha infringido a él y a su familia? ¿Qué en
nombre del amor y la paz para los suyos, abandone la partida, dejando que gane la
doña?
Vale, la
venganza es mala consejera y puede llevar a una persona a un camino de
perdición. Pero aun así considero lícito que Severo desee recuperar lo que es
suyo, lo que Francisca le ha arrebatado, como que espere que algún día la
justicia terrenal se imponga. Ya que se trata de algo que atañe mucho más a los
sentimientos, no solo de que le sea devuelto lo que ha ganado a base de trabajo
y esfuerzo. No ha de ser fácil pasar página cuando Francisca es la culpable de
que en su infancia y adolescencia se viera privado del calor de una familia, y
que más tarde le fuera arrebatado su patrimonio como consecuencia de las malas
artes de ésta. Por cierto, algo (lo de las vacunas) que parece que ha pasado,
como tantas otras cosas, a un espacio intemporal en el que nadie parece
reparar.
Pero parece
que Candela, a pesar de haber dado su palabra de no insistir sobre el tema, va
a volver a pedirle a Severo que hagan las maletas y que, sin volver la vista atrás,
abandonen Puente Viejo. Una petición legítima, que podría parecer egoísta si no
supiéramos que es también el deseo de recuperar la paz y vivir una vida feliz
de familia.
Paz que solo
lograrán si se alejan de Francisca.
Pero no voy a
negar que es una idea que no me apetece para nada. Aunque en vista del panorama
quizás sea más fácil esto que esperar a que se vuelva otra vez el sufrimiento a
esta familia. O peor aún, que destrocen a los personajes, como desgraciadamente
venimos viendo últimamente. No quiero ser pájaro de mal agüero, pero reconozco
que me han contagiado las aprensiones, más cuando ponen en boca de los
personajes este tema. Porque ya es habitual que se incluyan pistas en los
diálogos que al final acaban convirtiéndose en situaciones concretas. Y si lo
unimos al hecho, también recurrente, de la invisibilidad gradual de un
determinado personaje antes de que desaparezca definitivamente, el panorama
empeora. Porque Severo ha pasado de ser un rico hacendado, alguien que podía
hacer sombra a Francisca, a convertirse en un hombre que ha visto esfumarse casi
todo, y ser simplemente ahora el amigo del alcalde que sale un par de minutos a
su lado en cada episodio. Ya no hablo de que hayan finiquitado el escenario en
el que lo hemos visto habitualmente en estos tres años: La Quinta, y que además
ya no existan apenas escenas íntimas con Candela.
Todo esto me
apena, primero porque considero que no es justo, pero además porque creo que
están desperdiciando muchas posibilidades con esta trama y estos actores.
Evidentemente
esto son solo conjeturas, sin ninguna base concreta, solo los antecedentes
antes expuestos. Y quizás sea poner la venda antes que la herida, y que esto
sea solo algo temporal y volvamos a ver a estos actores en el lugar que les
corresponde. Más cuando ahora va a quedar un gran vacío en las tramas con la
marcha de los habitantes de los Manantiales. Por cierto, algo que me revienta
por partida doble: porque finiquitan esta última trama a la brava y dejando
muchos flecos, y porque significaría que para recuperar el protagonismo merecido los de La Quinta tienen que apartar a otros, cuando ellos han mantenido
la serie en el candelero durante meses y han dado cuerda a la trama de Francisca.
Porque no nos engañemos, son dos tramas que se retroalimentan y la de Francisca
quedaría en nada o casi nada si no tuviera a Severo para incordiarse mutuamente, o a Candela para intentar humillarla
periódicamente con sus visitas a la confitería. Algo totalmente lamentable,
porque denota también falta de imaginación por parte de los responsables de los
guiones.
Y al hilo de
esto, quiero incluir algo en este comentario.
Me gustan las
series, pero no soy muy habitual a las telenovelas (de hecho solo sigo Puente
Viejo). Sin embargo estos días de vacaciones he tenido ocasión de ver ocasionalmente
otra y me he quedado sorprendida (gratamente) de ver que las cosas se pueden
hacer de otra manera. Me refiero a Amar es para siempre. Tramas bastante rápidas
y creíbles, resolución de situaciones en tiempo prudencial (excepto un
asesinato que requiere un periodo más largo), pero ante todo no he encontrado casi
nada que me haya hecho cuestionar la coherencia de lo que veía. Y los
flashbacks inexistentes o cortos como dice su propia palabra, no escenas
completas como nos tienen acostumbrad@s en Puente Viejo.
Tampoco hay
un malo de referencia, y cuando lo hay tiene su talón de Aquiles, lo que viene
a desmentir la necesidad de que exista esta figura de manera constante y sea
siempre la misma. Claro que tiene que existir un elemento distorsionador, pero
dentro de unos cauces que no se aparten mucho de la realidad, lejos de la
impunidad de la que goza Francisca. Incluso las situaciones que se pretenden
distendidas suelen huir del recurso fácil y entran dentro de la normalidad,
lejos de los sinsentidos a los que nos tienen acostumbrados con los Mirañar. Igual
que las historias de amor que se viven sin estrépito, con romanticismo, pero
sin caer en los tópicos, ni en el edulcoramiento.
Lo dicho. A la
vista está que las cosas se pueden hacer de otra manera.