No es que mi
intención sea la de hacer un alegato, pero también es cierto que el sentido que
pretendo dar a este comentario hace que en el fondo si lo sea.
Por supuesto
entiendo que los tópicos son un recurso fácil para las tramas de una telenovela,
y también puedo entender (ya puesta en la vida real) que los pueblos y los
países tengan diferentes idiosincrasias, diferentes maneras de entender la vida.
Incluso puedo aceptar que a veces me dejo llevar por ciertos prejuicios,
precisamente a causa de no entender suficientemente otras culturas.
Pero no creo
que se trate de renunciar a las propias ideas, sino verlas desde todos los
ángulos y aceptar la diferencia. Porque no se trata de cambiar de forma de pensar, si no de
admitir la existencia de otras que merecen todo el respeto.
De todas
maneras, y volviendo al cariz que pretendo dar a este comentario, he caído en
la cuenta de que ahora mismo podemos encontrar representados en dos mujeres muy
distintas, provenientes precisamente de mundos muy diferenciados, dos conceptos
de entender un tema complejo como es el feminismo. Me refiero a Adela y Lucía,
aunque ha habido y hay otras mujeres en PV que podrían representar igualmente a
la primera,… no tanto a la segunda.
Adela encarna a una mujer que, aún consciente de sus limitaciones en una época en
la que éstas tenían unos roles muy marcados y en condiciones de inferioridad
con los hombres, lucha contra la diferencia y por la igualdad. Y lo hace a
través de una de las mejores armas, la cultura. Pero también con la convicción,
los principios, la fuerza y el empuje de una gran mujer que no se deja
avasallar ni por la adversidad, ni por las dificultades, ni siquiera por una sociedad profundamente patriarcal de la que las mismas mujeres a veces son herramientas propagandísticas. Una mujer, en definitiva,que no teme proclamar
en voz alta que no existen géneros, si no personas.
Lucia en
cambio la considero la antítesis. Cierto que también lucha por su lugar en la
vida, pero su idea para conseguirlo se me antoja diametralmente opuesta, cuando
su principal arma parece ser la utilización de recursos como la seducción, la
apariencia física y la exaltación del feminismo. Y no me basta con que se
justifique con la diferente idiosincrasia de su cultura, y de que la misma no
censure la fogosidad y el acercamiento sin tabúes.
Porque aun
llegando a aceptar esta manera de entender las cosas, aunque no asumiéndola, he de decir también que considero que es una manera de actuar en
cierto modo peligrosa, pues puede alimentar una visión tergiversada de lo que
son las mujeres como personas, y convertirlas en simples objetos de placer
(visual o físico).
Por supuesto
no olvido el papel del hombre ante esto. Como tampoco me olvido de que también ellos
pueden utilizar como género estas mismas armas, algo que en este caso
igualmente tiene para mí la consideración de recurso insustancial, pues las
verdaderas personas se encuentran en el aspecto interior, no en el externo.
Así que lo
admito. A pesar de lo bueno que ha hecho por Beatriz al sacarla de su
ensimismamiento, no me gusta como Lucia encara la situación con ésta, ni ver cómo
le levanta el ánimo a base de trasladar las culpas a otros, ni como ha
conseguido que la chica se haya crecido con algo tan superficial como un nuevo
aspecto físico y la capacidad de atracción que ahora despierta. Dicen que “el
hábito no hace al monje” y una nueva apariencia no puede cambiar de la noche a
la mañana lo que es la manera de ser de una persona, sus sentimientos, sus
pensamientos…. En realidad lo único que han conseguido es hacer más visibles
las diferencias sociales, poniendo además como contrapunto en el otro lado de
la balanza a Marcela, una chica humilde que no puede competir en estos aspectos.
Y que, por descontado, merece toda la consideración y todo lo mejor que la vida
pueda darle.
Por cierto, y
volviendo a Adela, espero que los guionistas se den cuenta de que han creado a
un personaje que puede dar mucho juego, además de tener entre manos a una
magnífica actriz, Ruth Llopis, a la que considero el perfecto contrapunto a Raúl Peña, otro
grandísimo actor.
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