Alguien me acaba de pasar un enlace en el que se acusa nada más y nada
menos a los guionistas de PV de hacer algo parecido a una cruzada de proselitismo
antirreligioso, de intentar ridiculizar la religión (en este caso la católica)
para intentar establecer una línea de pensamiento más radical y cercana a unos postulados que es evidente que no son del agrado del autor.
Creo que es ir un poco lejos. Con todo mi respeto, creo que es
sobrestimar lo que es simplemente una serie a la que no presupongo más
pretensión que la de entretener. Es cierto que viendo los programas de mayor
audiencia (y PV tiene una audiencia estimable) una llega a la conclusión de que
hay que tener en cuenta cualquier posibilidad y que es relativamente fácil llevar
a los espectadores por donde se quiere. Aunque, por descontado, no pretendo
generalizar, porque también hay quien no se deja manipular y tiene el suficiente
criterio como para decidir el rumbo de sus preferencias.
Pero no creo que algo parecido a lo que menciono al principio sea el
caso de PV, una serie en la que caben situaciones de todo tipo, donde conviven
librepensadores con el más rancio conservadurismo, donde la libertad de las
personas es vista desde diferentes ópticas, igual que el tema de los diferentes
géneros y su papel en la sociedad de 1924,……..
Pero centrándome en el tema concreto que ha motivado este comentario,
la llegada de D. Berengario, un cura diametralmente opuesto a lo que ha
significado D. Anselmo, quisiera aportar mi punto de vista.
Seguro que muchos y muchas hemos oído hablar a nuestros padres y
abuelos de como las gastaban los curas en otros tiempos. No hay que olvidar que
junto con los terratenientes o dueños de fábricas y negocios, el sacerdote constituía
la otra pata del poder en los pueblos, y juntos sometían a la gente a sus criterios
restrictivos en cuanto a moral y buenas costumbres, amenazando a la gente con los tormentos de un hipotético infierno, o peor aún, con la cárcel o la estigmatización. Por descontado, siempre limitado al pueblo llano, porque los poderosos eran intocables (y tenemos buena muestra
de ello con Francisca).
Así que probablemente el nuevo sacerdote encarna con mayor precisión que D. Anselmo lo
que era la realidad en los pueblos, especialmente los de menor tamaño. También
es cierto que tampoco en este caso se puede generalizar, y es posible que
existieran sacerdotes mucho más benevolentes con sus convecinos, que fueran
capaces de mirar hacia otro lado cuando estaba en juego la felicidad de éstos.
Porque no hay que olvidar que la iglesia no es un ente sobrenatural, y
que la forman personas. Por lo tanto susceptibles de tener criterio propio, y
de no dejarse llevar por soberbia o vanidad de poder. Pero desgraciadamente la
imagen de la religión (de casi todas) ha sufrido un bajón de credibilidad a lo
largo de los tiempos, motivado especialmente por la actitud o las declaraciones
de algunos de sus miembros. Y no es necesario remontarse muy atrás para
encontrar ejemplos.
“28 junio 2015."Los discapacitados y subnormales son seres inferiores
como castigo de Dios a sus padres pecadores" (Javier Echevarría, nombrado obispo sinodal
directamente por el papa y prelado superior del Opus Dei)
Otro tema es la utilización que se pueda
hacer de la religión para mover masas crédulas. Y aquí entran Francisca
y las supuestas apariciones, aunque la verdad prefiero no opinar demasiado porque es un
tema que lo único que me produce es hilaridad.