Lo que sigue
es algo que ya hace algunos días deseaba plasmar por escrito.
Por supuesto
en el contenido intervienen mis simpatías personales hacia determinados
personajes, por lo que ya de antemano he de puntualizar que no voy a ser muy
objetiva. Sin embargo tampoco voy a reprimir lo que siento al respecto de la
trama de La Quinta.
Y ello sin ni
siquiera entrar de lleno en el tema de la trama eterna de las vacunas, que
lleva meses coleando y sin moverse de sitio. Como si los responsables de los
guiones desearan exprimirlo hasta la saciedad. O, en última instancia (y
lamento ser tan directa), porque no encuentran ideas para desencallar el
tema. Es cierto que en la vida real las cosas no suceden con la presteza deseable
o deseada, más cuando se trata de cuestiones judiciales que pueden eternizarse
incluso años, pero si hay temas en la serie en los que las licencias están
permitidas (y algunas muy flagrantes) ¿por qué no es posible en este caso? De
hecho y poniendo el ejemplo más recurrente, podríamos hablar de la celeridad de
los juicios a los que han sido sometidos varios de las y los protagonistas, que
encima se han saldado mayoritariamente con condenas extremas, aún sin existir pruebas.
Pero bueno,
mejor que no siga por este camino, porque además ya me estoy marchando por los
cerros de Úbeda y quería centrarme en otra cuestión.
Alguien escribía
un día que ya es pasado el momento de los habitantes de Miel Amarga, y que hay
que dejar el sitio a los nuevos protagonistas. No estoy de acuerdo, y ello a
pesar de que si creo que esta vez han estado acertados con las nuevas tramas que, aún
con sus puntos flacos, hay que admitir que han aportado algo diferente. Y más
después de los últimos fiascos. Pero no veo que ello haya de suponer que los
que han apuntalado la serie desde la marcha de Martín y María tengan que renunciar
al protagonismo. Sin obviar al resto de personajes que merecen todo mi
reconocimiento, en mi opinión ahora mismo existen tres parejas que podrían dar
mucho juego pero a las que se dedica solo una meridiana atención, y siempre sin
salirse de los temas consabidos y repetitivos. Si acaso Severo puede tener puntualmente
algo más de acción, pero en su mínima expresión, y Lucas tres cuartos de lo
mismo. Mientras que en el caso de las mujeres esto es aún más acentuado,
limitándose solo a escenas menores.
¿Dónde está
la pareja Lucas y Sol, que nos encandilaban con sus románticas escenas? ¿Qué
pasa con Severo y Candela, los que antes nos deleitaban con preciosos momentos
llenos de ternura, que ahora, cuando viven una dulce espera, han pasado a ser
casi testimoniales? ¿Qué vamos a hacer con Carmelo y Mencía, que encima de
tener un noviazgo exprés, sus escenas en solitario se pueden contar con los
dedos de una mano?
Así que una
acaba llegando a la pregunta del millón ¿acaso soy la única que tiene la
sensación que invariablemente meten a todos los habitantes de Miel Amarga en
una sola escena para ahorrarse escribir varios guiones?